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jueves, 29 de noviembre de 2012

Paradojas impolíticas. Eclosión de lo común






Paradojas impolíticas. Eclosión de lo común (I)


Ricardo Milla


Pontificia Universidad Católica del Perú


Quisiera dejarles un conjunto de post en que efectúe una defensa de lo singular. De nuevo una historia. Trataré de mostrar esta apología para ir aclarando el término impolítica/impolítico para luego pasar a hacer crítica social.


[El original aparece en el blog Movimiento Impolítico]


Una narración de opciones


Hace unos días estaba dictando mi clase de Filosofía para estudios generales en una universidad local y el tema era Platón y Aristóteles. Cuando un profesor de filosofía dicta acerca de Platón, desarrolla la teoría de las ideas, se centra en la crítica de Aristóteles de la duplicación del mundo, el dualismo platónico, y puede o dar ese “hecho” por sentado o cuestionar a la tradición. En mi caso, fue cuestionar el principio platónico de los “dos” mundos y la pretensión de Aristóteles de hacer su interpretación la única válida. Hay en estas posturas una apología por lo común. ¿Realmente la hay? ¿No será en cambio que las filosofías platónica y aristotélica se han tomado para abogar por la realidad, esto es, para dejar las cosas como están?


Ambos puntos de vista de cada unos de estos filósofos griegos pecan de una separación básica. Platón por su lado con su búsqueda insaciable de lo bueno, lo bello y lo verdadero y Aristóteles obsesionado con la unidad del conocimiento en la filosofía primera. Sea que Platón duplicó o no el mundo -por un lado el mundo sensible, de las cosas, por otro el inteligible, de las ideas-, sea que Aristóteles postuló una inmanencia de las esencias -materia indeterminada que es actualizada por la forma determinada- da como resultado la misma posición ante la realidad y la filosofía. Posición que sería llamada “realismo”. (Pero ¡Platón y Aristóteles fueron más antirrealista que los mismos sofistas!)




Por un lado, Platón buscando lo justo en sí, lo bello en sí, lo bueno en sí. Por otro, Aristóteles buscando los primeros principios causales de todo ser que está en el cosmos. Sea el supuesto “dualismo” de Platón, sea el “inmanentismo” de Aristóteles en ambos casos se hace una separación del mundo, una “búsqueda” de otro mundo.


Esta separación se puede abarcar de diferentes puntos de vista. La filosofía tradicional ha avanzado, sea del lado de Platón, sea del lado de Aristóteles, bajo el paradigma de la distinción de lo que es verdadero de lo que es falso. Mundo ideal verdadero, mundo sensible falso. En la modernidad: ideas innatas verdaderas, sentidos que engañan falsos; categorías universales de la razón pura verdaderas, pasiones que te alejan del deber falsos. ¿Hasta qué punto se puede seguir sosteniendo esta separación?




Lee más del texto:


Parte I


Parte II


Parte III


Parte IV



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jueves, 6 de septiembre de 2012

La relación entre el lector, el escritor


EL NACIMIENTO DE LA TECNO-BIO-POLÍTICA:
Libertad, control y resistencia en las sociedades tecno-escriturales (IV)

La relación entre el lector, el escritor

Jimmy Hernández Marcelo
Universidad Pontificia de Salamanca

¿Cuánta libertad tenemos cuando nos navegamos en internet? ¿Cuánta privacidad tenemos al mandar un mensaje de textos desde nuestro teléfono celular? ¿En qué medida puedo estar seguro de mi privacidad? ¿Hay espacios para la libertad y la auto-afirmación cuando no puedo vivir sin estar conectado y sin que alguien comente mis fotos?

El sistema de lectura y escritura detrás del internet hace que toda la información que está contenida en su páginas (tecno-páginas) sea susceptible a sistemas de control. Estos se manifiestan, por ejemplo, en la recepción de información sobre las preferencias de los usuarios. De modo que, cuando creemos que elegimos, en realidad nuestra elección está siendo direccionada hacia algunos productos o servicios determinados. Llegamos a creer, también, que nuestros movimientos por la web, en nuestra mayor intimidad no es vista por nadie, ni nadie se da cuenta de lo que hago en la web. Nada más falso. El internet es un sistema de registro, y como tal, funciona a razón de lectura constante de los movimientos de los usuarios. Siempre hay alguien detrás de la escritura y para quien la escritura resulta importante por su gran capacidad de reflejar al otro: el lector.

Este lector no es un sujeto cualquiera, sino que es todo sistémico que procesa las inscripciones con fines restrictivos o direccionantes. En la dinámica del usuario lo encontramos con el nombre de servidor. El servidor es el que provee la red, aunque el mismo no es la red. El reproduce toda la información que circula por su espacio en el ciber-espacio. Tiene poder, creámoslo o no, sobre nuestra información. Él la puede leer siempre y genera patrones de comportamiento de cada usuario. De modo que los usuarios tienen pocas posibilidades de elección y de orientación del desarrollo del sistema mismo. Los IP son precisamente aquella marca virtual que nos determina y define en la Web y que nos hace ubicables siempre y en todo lugar.

Los medios tecnológicos de comunicación: e-mail, facebook, twiter, skype, blogs, etc. son instrumentos de lectura y escritura; así mismo, eltele-fono ha ido convirtiéndose progresivamente en un sistema de escritura antes que servir como sistema fonológico.Con los teléfonos celulares funciona de la misma manera, el operador del servicio puede conocer nuestra ubicación específica siempre. Pudo yo decir que hable con tal o cual persona, que le escribí tal o cual mensaje, y que el record de llamadas o mensajes ha sido eliminado de mi bandeja de salida y que por ello ya no existen más. No es del todo cierto, el proveedor del servicio siempre tiene nuestra información “a la mano” de nuestro ficticio mundo privado. Del que sólo yo podía tener conocimiento. Los últimos sucesos de espionaje telefónico nos ponen en alerta sobre el peligro de la violación de la propia intimidad acaecida en los sistemas de comunicación tecno-escriturales.El Gran Hermano de nuestra comunicación no “todo lo ve”, sino “todo lo lee”. Escribe lo que leemos, lee lo que escribimos. El nivel de conocimiento absoluto, o conocimiento del absoluto llega a niveles que el mismo Hegel envidiaría.

Dos características no consideradas en los proyectos logocéntricos comunicacionales son la ubicuidad y la individualidad a las que han llegado hoy muchos de los instrumentos tecnológicos de comunicación (laptop, tablet, blackberry, I-Pad, I-phone, GPS, etc.).La pregunta por el ser ha sido reemplazada por la pregunta por el estar. ¿Quién eres? Por ¿Dónde estás? Frente esta pretendida ubicuidad e individualidad de las tecnologías de la comunicación, se presenta un sistema mucho más sutil y eficaz de control; los IPs y los servidores de Internet localizan a sus usuarios en cualquier parte del mundo, lo mismo sucede con los servidores de los sistemas de telefonía. La popularización de los GPS hace posible ubicar a cualquier persona con sólo contestar su teléfono móvil. Ante las nuevas cadenas tecno-escriturales, la caverna platónica se ha expandido a todos los rincones de la tierra donde haya sistemas tecno-escriturales de comunicación. Han comenzado a aparecer nuevas identidades performativas en defensa y también en detrimento de la libertad de los individuos, por ejemplo los bloggers, los hackers, trolls, etc.

La renuncia voluntaria a la privacidad es un componente indispensable de nuestros sistemas de comunicación.  Nos vemos arrojados voluntariamente a un mundo que no es real ni es libertario. El panóptico no necesita una ubicación privilegiada para ejercer el poder de control, ahora puede estar en cualquier ubicación y seguir ejerciendo su control sobre los usuarios. los proyectos de ley SOPA, PIPA y el más reciente CISPA nos confirman este novel de control, pero también el temor del panóptico a los escapes libertarios al control.

¿Es todo malo en el sistema de tecno-escritura? Creo con convicción que no. La escritura en es un pharmakon, en su doble significación: remedio y veneno. En la justa medida puede salvar, pero en su uso desmedido puede llevar a la muerte. Nuestras dinámicas de lectura-escritura han servido y sirven mucho para acercar a las personas, para ayudar a luchas políticas, congregar marchas, reunir fondos, etc. Pero como vehículo de comunicación, puede comunicar muchas cosas, entre ellas los vicios, los insultos, la subordinación, los traumas, etc. Libera y subordina, afirma y niega, construye y destruye. ¿Podemos, entonces usarla para una auténtica resistencia contra el control? Claro que sí.

sábado, 25 de agosto de 2012

La racionalidad detrás de la sociedad que escribe (V)


EL NACIMIENTO DE LA TECNO-BIO-POLÍTICA:
Libertad, control y resistencia en las sociedades tecno-escriturales (III-5)

La racionalidad detrás de la sociedad que escribe (V)

Jimmy Hernández Marcelo
Universidad Pontificia de Salamanca


La unidimensionalidad de los comportamientos sociales, sexuales, políticos, económicos, ha anulado los aspectos individuales de los sujetos entendidos como individuos singulares. El proyecto racional de control funciona con una metáfora de liberación, trata de hacerse perceptible a través de eventos de libertad y emancipación. Genera espacios en los que los sujetos se sienten afirmados a través de su “poder de consumo”, poseedores de identidades narradas en avisos publicitarios. Explosión de liberación, de libertad y de realización, he allí la gran narración en la que nuestras sociedades han llegado a sentir su afirmación. De este modo, es más fácil poder pasar por cordero cuando en realidad detrás de la ornamenta hay un depredador esperando engullir a su presa.

Se ha tratado de controlar ejerciendo la fuerza, proponiendo momentos y espacios de presencia de control, pero esto no ha servido de mucho. Ahora, aprendiendo de los errores del pasado, generaremos espacio en los que los individuos crean estar libres, luchen por nuestros intereses y además, sean felices. Nada más racional que este proyecto: la metáfora de libertad.  El elemento adecuado para llevar a cabo esta empresa es será el mismo elemento de liberación: la escritura. De modo que el engaño será completo y casi imperceptible.

Cuando el pueblo comenzó a llamarse territorio y los ciudadanos población, Foucault encuentra el nacimiento de la bio-política. Cuando nuestro siglo, a través de la tecno-escritura, comenzó a llamar usuario al sujeto, ciber-espacio al territorio (internet) nace también una nueva forma de controlar a los usuarios: la tecno-bio-políticia. La bio-política actuaba bajo una racionalidad de diferenciación y a partir de ella genera una lógica y dinámica de exclusión y de control. La tecno-bio-política actúa bajo una racionalidad ficcionalizante, que genera espacios de sumisión bajo criterios de homogenización y de pseudo-libertad. Sutileza y eficacia superiores a los de la simple bio-política.

 El sistema en el que los usuarios se han insertado está basado en las tecnologías de escritura, donde las particularidades de la firma han desaparecido, los límites territoriales de comunicación no existen, las diferencias entre lo público y lo privado carecen de sentido. La liberación sexual se ha llevado a niveles nunca antes vistos. Al parecer la escritura ha venido a ser la gran protagonista de nuestro siglo, ante todo pronóstico. Sin tomar en cuenta que las relaciones de poder fluyen con más rapidez y sutileza que en otros medios. Entre el usuarios y la autoridad (servidor) se establece un relación, también nueva, que intentaremos también describir.

martes, 14 de agosto de 2012


EL NACIMIENTO DE LA TECNO-BIO-POLÍTICA:
Libertad, control y resistencia en las sociedades tecno-escriturales (IV-2)


La racionalidad detrás de la sociedad que escribe (IV Parte)


Jimmy Hernández Marcelo
Universidad Pontificia de Salamanca
La escritura supone la muerte del escritor y esta muerte abre el camino a la alteridad general. La firma del autor permanece siempre en espera de otro, del destinatiario. El logos ha abierto una herida en la alteridad, en la relación con el otro. La razón fría de occidente, y que encuentra un excelente ejemplo en el axioma “pienso, luego existo” de Descartes, ha llevado al mundo del siglo XXI a los niveles de explotación y de opresión que no han sido vistos nunca antes. Racionalidad pragmática apoyada con los postulados de la ciencia. Se ha apropiado de sus teorías y esquemas y ha llevado a su máxima expresión la idea del dominio de la naturaleza. La ciencia se ha vuelto instrumento, se conoce para producir; se descubre y se pregunta sólo para transformar. Derrida inauguraría la época de una filosofía de la escritura, en contraposición a la creciente filosofía del lenguaje. Haciendo un balance crítico y postulando soluciones al conflicto y a la exclusión.

Hasta este momento hemos hablado de la escritura en el logocentrismo, llamada escritura fonológica. Luego hemos presentado la reflexión hecho por Derrida sobre una escritura originaria llamada archi-escritura. ¿Dónde se ubica, ahora, la tecno-escritura? En principio no es ni una ni la otra, es una nueva forma de escribir basada en un sistema matemático-escritural. No obstante, es fruto de la proyección ontológica de un cambio en las estructuras racionales de la sociedad occidental: el paso de una lógica a una gráfica. De los sesentas a hoy ha habido ciertos cambios no predichos por la lógica: la masificación de las redes sociales, la creación de identidades virtuales, los mensajes de textos, los teléfonos celulares. El Facebook, por ejemplo, aparece como un fenómeno dentro de la norma de diseño programacional. La misma idea de pro-grama (que utilizamos para el software) hace alusión a la incursión en una dinámica escritural. No estamos enteramente conscientes del cambio, pero éste ha significado modificaciones significativas en nuestro modo de vivir, pensar y actuar que merecen una reflexión seria.

¿Cuál es la racionalidad detrás de la tecno-escritura? Derrida creía que la revaloración de la escritura en el centro de la ontología social tendría como consecuencia la ruptura de las oposiciones identitarias y las posturas hegemónicas en el terreno de lo ético y lo político. Sin embargo, era necesario una real, consciente y responsable apuesta por la alteridad, por los oprimidos y marginados, sólo en esta dinámica ha de entenderse la primacía de lo ético sobre lo ontológico en Derrida. El realismo deconstructivo significa, pues, la mirada directa y objetiva al que sufre la opresión en el mundo real. Si algo es real, no es la jerarquización, ésta es solo conceptual y construida socialmente, lo real es el acontecimiento mediante el que lo otro es excluido de cualquier postura discursiva. Cuando Derrida invierte los opuestos binarios y hace posible una nueva lectura de la relación de oposición, no elimina los términos de la estrategia deconstructiva, de allí que Maurizio Ferraris la compare con la dialéctica hegeliana. Lo que se trata de hacer es un esclarecimiento reflexivo de tipo psicoanalítico,  presentado como una emancipación de tipo ilustrado, es decir como una liberación respecto de los prejuicios morales. Muestra que la represión no es histórica, sino estructural. Por eso, además, la deconstrucción presenta un principio indeconstruible: la justicia. Lo que se busca es hacer justicia a la represión violenta, a la marginación injustificada, al olvido del otro, a la omisión de las diferencias, a la anormalidad de lo diferente.

Ahora bien, el nacimiento de la tecno-escritura gira entorno de un programa racional ficcionalizante. Genera espacios en los que los sujetos creen estar dotados de una libertad sin restricciones. Vemos los casos del adiós a la verdad y la negativa por la existencia de un mundo fuera del sujeto, los teóricos irónicos que no creen ni en lo que dicen, ni en lo que hacen ni en lo que piensan, la revolución desiderante a través de una desublimación represiva. Encontramos autores que van desde la epistemología, la hermenéutica, el neo-pragmatismo, el pensamiento débil yla liberación sexual. Detrás de todos estos teorizaciones y puestas en práctica, existe un espíritu emancipador que se ahoga en sus propios postulados. Porque no es del todo cierto que “no existen hecho solo interpretaciones”, existe un mundo sólido e in-enmendable, impermeable a nuestras manipulaciones e interpretaciones.

Los proyectos racionales de progreso y desarrollo, el capitalismo, el neoliberalismo, los medios de comunicación, el libre mercado, etc. Presentan esquemas en los que se trata de crear espacios de libertad aparente. Cuando se afirma que “ser iguales” es poder comprar las mismas marcas o los mismos objetos, no se apela a un criterio de autonomía. Tampoco cuando se pretenden utilizar los mismos sistemas económicos para salir de la pobreza, tampoco cuando se mide la pobreza de una población con una escala inadecuada a las particularidades del territorio. De ningún modo cuando se niega la presencia, aunque sólo espectral, de algún seño de socialismo, ni cuando se niega el derecho a la libre elección de una comunidad a optar por la naturaleza y no en el desarrollo tal y como lo concibe un grupo de economistas. No se está buscando la igualdad cuando los sistemas de salud y educación funcionan mediante el criterio de libre mercado, y se venden según el poder adquisitivo de los ciudadanos.

Cuando la globalización invade y conquista culturas uniformándolas a un molde pre-concebido no parece que el criterio sea la búsqueda de la autonomía. Sin embargo, el discurso de sociólogos, economistas, periodistas y políticos tiene como eje central “el desarrollo y el progreso”. No hay nada más importante que estas dos palabras, que como la moral kantiana, son meramente formales, en sí mismas no nos dicen nada. Es una gran fábula la que occidente ha vendido y exportando y que ahora pretende ser la norma sobre toda norma. Cuando un joven que gana un sueldo mínimo va a la tienda con su tarjeta de crédito y gasta el doble de lo que ganó ese mes, creyendo que de esta manera se iguala a los ricos que gastan lo mismo, él cree que se iguala a ellos, y el sistema financiero le hace creer que ha alcanzado la tan ansiada homogenización; sin embargo, lo que ha acontecido es que este pobre joven ha comenzado a ser un súbdito del sistema crediticio y resultará muy difícil que a partir de ese momento tome conciencia de lo que acaba de ocurrir. Este drama es el drama de miles de personas que pasan la vida trabajando para otros que le ofrecen cadenas invisibles que él mismo se pone en las manos y que sostiene alegremente en su ficción de libertad. 

lunes, 6 de agosto de 2012

La racionalidad detrás de la sociedad que escribe (III)

EL NACIMIENTO DE LA TECNO-BIO-POLÍTICA:
Libertad, control y resistencia en las sociedades tecno-escriturales (III-3)

La racionalidad detrás de la sociedad que escribe (III) 
Jimmy Hernández Marcelo
Universidad Pontificia de Salamanca
jim.her.mar@gmail.com

La escritura y la mano, como hemos visto, están detrás de todos los procesos transformadores de la sociedad. En esta transformación hay una dinámica racional que alumbra el camino de liberación del hombre. Los otros, los anormales, para usar el término de Foucault, se someten a un juego de diferencias que los hace miembros de la periferia, los somete y los violenta. De esto se deriva la lógica de redención a través de actos de segregación y de excomunión. Detrás del destierro o del exilio subyace la idea de que hay una expresión de solidaridad, que se está haciendo un bien al excluido y a la comunidad.

El marginado es el medio apropiado para expresar el bien de la sociedad. La lucha por la igualdad, en principio ante las leyes, es una búsqueda de liberación hecha a través de las manos. La imagen de un rostro tras las rejas con las manos apretando las rejas es muy sugerente para lo que estamos explicando. Encerar las manos es sinónimo de no tener libertad. Lo que se cierra es la posibilidad de liberación. El encierro en todas sus manifestaciones establece lazos profundos con la idea de control. La exclusión y marginación se da bajo una lógica de identidad y normalidad, que excluye y lleva a los bordes aquello que no reconoce como semejante. El control se da, precisamente, para evitar que lo diferente reine en el terreno de lo semejante. La lógica del control busca medios de castración, trata de quitar la fecundidad para que lo diferente no se multiplique, no se reproduzca. El encierro es, entonces, el mecanismo eficaz para poder luchar contra la libertad. La característica fundamental del control es que su forma de actuar es, reprimir al sujeto desde fuera, someterloen su actuar poiético, para luego someterlo en su praxis. Porque la fecundidad externa es signo y reflejo de la fecundidad interna. Por suerte, los lugares clásicos de encierro, de control y de subyugación son perfectamente identificables, pues se expresan a través de la lógica de la presencia y de poder o del poder presente.

El poder fluye desde el centro hacia los márgenes. De allí que la deconstrucción derridiana busque descentrar la centralidad, hacer decir lo no dicho, mostrar lo oculto, centralizar al marginado. Pero antes se debe mostrar y demostrar la lógica de la centralidad para poder reconocer el centro y el margen. La racionalidad centrada en el concepto de logos privilegia un tipo de presencia, opera bajo ciertos parámetros que se despender de su configuración ontológica. Hasta donde nos ha hecho comprender Heidegger la idea de la fisicalización de la metafísica.

El poder, el control debían ser presentes, concretos, visibles. Sus efectos, del mismo modo. Poder y control se relacionan al modo de causa y efecto. De este modo, Occidente ha avanzado bajo una lógica de la identidad, el triunfo de la racionalidad occidental es el triunfo de la ocultación y de la exclusión. El privilegio de la presencia aparece como el elemento decisivo en toda teoría del lenguaje y de la comunicación. No es una suerte azarosa que este contexto la filosofía del lenguaje tenga un auge acelerado. Esta lógica fonológica ha marcado el ritmo del juego de las diferencias entre el habla y la escritura. Sin embargo, las contradicciones que encontramos en el interior de la relación habla-escritura, y que la deconstucción tomara como puntos importantes en su proyecto nos muestran errores en el interior del sistemalogocentrista; y de este modo, son muestra de la incoherencia y de la incapacidad de salir de la “degradación de actuación” de la que forma parte la misma degradación de la escritura, puesto que los filósofos escriben a pesar de que se esfuerzan en escriben en contra de la escritura, y pretenden que su verdad se sepa a través de su escritura.

 La escritura implica repetición, ausencia, riesgo de pérdida, muerte; pero también es verdad que ninguna palabra sería posible sin esos valores. La escritura designa con propiedad el funcionamiento de la lengua en general, y la lengua en general sería a la vez escritura. Ambos funcionan de la misma manera, tantos los hechos del habla como los hechos de la escritura se encuadran perfectamente dentro del mismo sistema de signos en general. Setrata de mostrar que los rasgos atribuidos habitualmente a la escritura son también aplicables a la palabra hablada. Se demuestra, entonces, que todo lo que se ha predicado de la escritura cae como en un espejo también sobre el habla. Y esto no con el fin de otorgar a la escritura todas las virtudes que suelen atribuírsele al habla, ni siquiera para proclamar otras virtudes de lo escrito o celebrar sus excelencias.

domingo, 5 de agosto de 2012

La racionalidad detrás de la sociedad que escribe (II Parte)





EL NACIMIENTO DE LA TECNO-BIO-POLÍTICA Libertad, control y resistencia en las sociedades tecno-escriturales (III-2)

Jimmy Hernández Marcelo
Universidad Pontificia de Salamanca 

 La escritura implica repetición, ausencia, riesgo de pérdida, muerte; pero también es verdad que ninguna palabra sería posible sin esos valores. La escritura designa con propiedad el funcionamiento de la lengua en general, y la lengua en general sería a la vez escritura. Ambos funcionan de la misma manera, tantos los hechos del habla como los hechos de la escritura se encuadran perfectamente dentro del mismo sistema de signos en general. Se trata de mostrar que los rasgos atribuidos habitualmente a la escritura son también aplicables a la palabra hablada. Se demuestra, entonces, que todo lo que se ha predicado de la escritura cae como en un espejo también sobre el habla. Y esto no con el fin de otorgar a la escritura todas las virtudes que suelen atribuírsele al habla, ni siquiera para proclamar otras virtudes de lo escrito o celebrar sus excelencias. La escritura supone la muerte del escritor y esta muerte abre el camino a la alteridad general. La firma del autor permanece siempre en espera de otro, del destinatiario.

El logos ha abierto una herida en la alteridad, en la relación con el otro. La razón fría de Occidente, y que encuentra un excelente ejemplo en el axioma “pienso, luego existo” de Descartes han llevado al mundo del siglo XXI a los niveles de explotación y de opresión que no han sido vistos nunca antes. Racionalidad pragmática apoyada con los postulados de la ciencia. Se ha apropiado de sus teorías y esquemas y ha llevado a su máxima expresión la idea del dominio de la naturaleza. La ciencia se ha vuelto instrumento, se conoce para producir; se descubre y se pregunta sólo para transformar. Derrida inauguraría una época de una filosofía de la escritura, en contraposición a la creciente filosofía del lenguaje. Haciendo un balance crítico y postulando soluciones al conflicto y a la exclusión. Hasta este momento hemos hablado de la escritura en el logocentrismo, llamada escritura fonológica. Luego, hemos presentado la reflexión hecho por Derrida sobre una escritura originaria llamada archi-escritura. Dónde se ubica, ahora, la tecno-escritura.

En principio no es ni una ni la otra, es una nueva forma de escribir basada en un sistema matemático-escritural. No obstante, es fruto de la proyección ontológica de un cambio en las estructuras racionales de la sociedad occidental: el paso de una lógica a una gráfica. De los sesentas a hoy ha habido ciertos cambios no predichos por la lógica: la masificación de las redes sociales, la creación de identidades virtuales, los mensajes de textos, los teléfonos celulares. El Facebook, por ejemplo, aparece como un fenómeno dentro de la norma de diseño programacional. La misma idea de pro-grama (que utilizamos para el software) hace alusión a la incursión en una dinámica escritural. No estamos enteramente conscientes del cambio, pero éste ha significado modificaciones significativas en nuestro modo de vivir, pensar y actuar que merecen una reflexión seria. ¿Cuál es la racionalidad detrás de la tecno-escritura? Derrida creía que la revaloración de la escritura en el centro de la ontología social tendría como consecuencia la ruptura de las oposiciones identitarias y las posturas hegemónicas en el terreno de lo ético y lo político. Sin embargo, era necesario una real, consciente y responsable apuesta por la alteridad, por los oprimidos y marginados, sólo en esta dinámica ha de entenderse la primacía de lo ético sobre lo ontológico en Derrida.

 El realismo deconstructivo significa, pues, la mirada directa y objetiva al que sufre la opresión en el mundo real. Si algo es real, no es la jerarquización, ésta es solo conceptual y construida socialmente, lo real es el acontecimiento mediante el que lo otro es excluido de cualquier postura discursiva. Cuando Derrida invierte los opuestos binarios y hace posible una nueva lectura de la relación de oposición, no elimina los términos de la estrategia deconstructiva, de allí que MaurizioFerraris la compare con la dialéctica hegeliana. Lo que se trata de hacer es un esclarecimiento reflexivo de tipo psicoanalítico,  presentado como una emancipación de tipo ilustrado, es decir como una liberación respecto de los prejuicios morales. Muestra que la represión no es histórica, sino estructural. Por eso, además, la deconstrucción presenta un principio indeconstruible: la justicia. Lo que se busca es hacer justicia a la represión violenta, a la marginación injustificada, al olvido del otro, a la omisión de las diferencias, a la anormalidad de lo diferente.

La racionalidad detrás de la sociedad que escribe (I parte)

EL NACIMIENTO DE LA TECNO-BIO-POLÍTICA: Libertad, control y resistencia en las sociedades tecno-escriturales (III-1) La racionalidad detrás de la sociedad que escribe (I)



Jimmy Hernández Marcelo 
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima 

La escritura y la mano, como hemos visto, están detrás de todos los procesos transformadores de la sociedad. En esta transformación hay una dinámica racional que alumbra el camino de liberación del hombre. Los otros, los anormales, para usar el término de Foucault, se someten a un juego de diferencias que los hace miembros de la periferia, los somete y los violenta. De esto se deriva la lógica de redención a través de actos de segregación y de excomunión. Detrás del destierro o del exilio subyace la idea de que hay una expresión de solidaridad, que se está haciendo un bien al excluido y a la comunidad. El marginado es el medio apropiado para expresar el bien de la sociedad. La lucha por la igualdad, en principio ante las leyes, es una búsqueda de liberación hecha a través de las manos. La imagen de un rostro tras las rejas con las manos apretando las rejas es muy sugerente para lo que estamos explicando. Encerar las manos es sinónimo de no tener libertad. Lo que se cierra es la posibilidad de liberación. 

El encierro en todas sus manifestaciones establece lazos profundos con la idea de control. La exclusión y marginación se da bajo una lógica de identidad y normalidad, que excluye y lleva a los bordes aquello que no reconoce como semejante. El control se da, precisamente, para evitar que lo diferente reine en el terreno de lo semejante. La lógica del control busca medios de castración, trata de quitar la fecundidad para que lo diferente no se multiplique, no se reproduzca. El encierro es, entonces, el mecanismo eficaz para poder luchar contra la libertad.La característica fundamental del control es que su forma de actuar es, reprimir al sujeto desde fuera, someterlo en su actuar poiético, para luego someterlo en su praxis. Porque la fecundidad externa es signo y reflejo de la fecundidad interna. Por suerte, los lugares clásicos de encierro, de control y de subyugación son perfectamente identificables, pues se expresan a través de la lógica de la presencia y de poder o del poder presente.

El poder fluye desde el centro hacia los márgenes. De allí que la deconstrucción derridiana busque descentrar la centralidad, hacer decir lo no dicho, mostrar lo oculto, centralizar al marginado. Pero antes se debe mostrar y demostrar la lógica de la centralidad para poder reconocer el centro y el margen. La racionalidad centrada en el concepto de logos privilegia un tipo de presencia, opera bajo ciertos parámetros que se despender de su configuración ontológica. Hasta donde nos ha hecho comprender Heidegger la idea de la fisicalización de la metafísica. El poder, el control debían ser presentes, concretos, visibles. Sus efectos, del mismo modo. Poder y control se relacionan al modo de causa y efecto. De este modo, Occidente ha avanzado bajo una lógica de la identidad, el triunfo de la racionalidad occidental es el triunfo de la ocultación y de la exclusión. El privilegio de la presencia aparece como el elemento decisivo en toda teoría del lenguaje y de la comunicación. No es una suerte azarosa que este contexto la filosofía del lenguaje tenga un auge acelerado. 

Esta lógica fonológica ha marcado el ritmo del juego de las diferencias entre el habla y la escritura. Sin embargo, las contradicciones que encontramos en el interior de la relación habla-escritura, y que la deconstucción tomara como puntos importantes en su proyecto nos muestran errores en el interior del sistemalogocentrista; y de este modo, son muestra de la incoherencia y de la incapacidad de salir de la “degradación de actuación” de la que forma parte la misma degradación de la escritura, puesto que los filósofos escriben a pesar de que se esfuerzan en escriben en contra de la escritura, y pretenden que su verdad se sepa a través de su escritura.

lunes, 16 de julio de 2012

La aparición de la sociedad tecno-escritural: la profecía derridiana (2 parte)


EL NACIMIENTO DE LA TECNO-BIO-POLÍTICA:
Libertad, control y resistencia en las sociedades tecno-escriturales (II-2)

La aparición de la sociedad tecno-escritural: la profecía derridiana

Jimmy Hernández Marcelo
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima

Derrida nos habla de una escritura que no se expresa exclusivamente mediante la escritura alfabética, de modo que no será entonces solo la mano física la que interviene en la producción de la firma, ni en los procesos identitarios. La mano pre-industrial de la que hablamos deviene la totalidad del ser, la mano ya no es física, es metafísica. Pero las nociones de mano, firma y escritura aún están presentes aun en los procesos autoafirmación individual y en la lucha por la libertad.

Por otro lado, en el nacimiento de la ciencia moderna, por ejemplo en Galileo y Newton, la concepción del mundo como sistemas ordenado matemáticamente y la posibilidad de acceder a él por medio del reconocimiento y comprensión de dichos sistema, hacen notar que estaban concibiendo a la naturaleza como un sistema encriptado de lectura y escritura. Hace falta sólo saber leer para entender cómo va el mundo. De allí que la proyección de la ciencia tienga un implícito gusto por la escrituralidad y no tanto por el lenguaje. Por eso el afán de describir las leyes de los fenómenos  a través de fórmulas. Derrida hace notar que el ideal eidético husserliano de la a-temporalidad y la a-espacialidad de las ideas solo pueden llevarse a cabo en la escrituralidad (Cf. Introducción al origen de la geometría de Husserl). En la escritura el lector puede acceder a la verdad sin necesidad que el escritor esté presente o existiendo. Del mismo modo, las leyes físicas que explican los diversos fenómenos solo pueden volverse leyes si se formulan escrituralemente (matemáticamente) porque la estructura del mundo se redujo a una estructura matemático-física.

Llegado el siglo XX emerge la revolución de la comunicación como fruto del encuentro de la técnica con la ciencia moderna que engendra la llamada tecnología. El término es bastante general, porque la tecnología a la que hacemos referencia es sólo a la tecnología digital. Ésta adquiere su nomendatura, precisamente de digitus, es decir dedo, que nos evoca la presencia de la mano, la misma mano que habíamos visto quedar infecundidad en la revolución industrial. La tecnología digital le ha devuelto, a la mano, la fecundidad perdida. No está demás hacer notar que con la mano la escritura también ha entrado en escena, esta misma escritura que, como decía Derrida, no trasmitía la verdad, era un obstáculo en la comunicación. Esta misma mano es ahora la gestora de una nueva firma, de una mejor y mayor capacidad de comunicarnos. Cuando en terminología computacional, por ejemplo decimos, lenguaje de programación no hacemos referencia a un sistema auditivo-vocal, sino a un sistema de lectura y escritura. Basta ver la explosión de la cultura TOUCH para entender esto.

La mano tecnológica es una creación de la ciencia moderna y marca el inicio de una época en la que la escritura (no fonológica) y la firma serán en centro de la vida social. No es cierto que la gente lee menos, y que escribe menos. La gente lee y escribe más de lo que cualquier otra generación anterior. El tema de la valoración ética sobre este fenómeno no cabe hacerla aquí. Derrida, decimos con Ferraris, ha hecho una profecía justa. La fuente del progreso y del desarrollo, de las comunicaciones y de las relaciones sociales está configurada a través de la escritura. La PC, el e-mail, el Facebook, el twitter y los blogs, nos evidencias en qué medida la escritura ha comenzado a gobernar nuestras vidas en nuestros relaciones con los otros. Del mismo modo ha comenzado a determinar el sistema económico, basta ver las tarjetas de crédito, la bolsa de valores, las cifras de crecimiento, el dinero, los cheques, etc.

La sociedad, no solo la occidental, ha comenzado desenvolverse con una dinámica nueva y desconocida. La actividad escritural, el acto de escribir encierra una ambigüedad que la suerte de la mano en la revolución industrial nos evidenció ya. La mano liberadora es también la esclavizadora. La mano es una herramienta tan eficaz para la liberación como para la subyugación. Escribir y ser escrito no son exactamente lo mismo, pero pueden llegar a confundirse a razón de que ambos nacen a partir de la mano.La tecno-escritura es esta escritura nacida a partir de la tecnología digital y que ha comenzado a determina nuestro modo de vivir, de tal modo que el hombre puede definirse como el homo scribens scribens. No se identifica con la escritura fonológica, pero ha comenzado a reemplazarla. La sociedad que vive en su dinámica gráfica se le denomina, entonces, sociedad tecno-escritural.

sábado, 29 de octubre de 2011

La deconstrucción como el “Orfanato” del marginado (Parte I) La deconstrucción como el “Orfanato” del marginado - Parte II

La deconstrucción como el “Orfanato” del marginado
Parte II



Una característica de la deconstrucción es su primado de la voluntad sobre la razón, de la ética sobre la ontología. Sin embargo, no se trata de una voluntad de potencia o dominio sino de una predilección en relación por los últimos, por los marginados. La deconstrucción se vuelve así la “sede del marginado”, el lugar donde encontrará afirmación, defensa y, en definitiva, existencia real. Si al principio dijimos que Derrida habla de la inscripción, decimos ahora que piensa en clave de marginación, del olvido, de represión y de exclusión. No sin razón uno de los textos claves de Derrida lleva por título “Márgenes de la filosofía”.

Nuestra reflexión sobre la filosofía de Jacques Derrida y su posibilidad de porvenir tomará como punto de referencia la figura del huérfano como marginado. Confieso que esta elección no es azarosa, sino que es fruto de mi experiencia personal visitando un orfanato en Perú y entablando amistad con los huérfanos que allí residían y recogiendo su experiencia de exclusión y marginación a partir de su “ser diferente”, su “vida diferente”.

La orfandad como inscripción y evento


ὀρφανός
significa desconsolado, afligido, dolido, en duelo, haber sido privado de algo o alguien valioso. De ahí que signifique sin padres, pero también puede significar sin tutores, sin maestro, sin guía. Otra connotación del término también aduce a la falta de hijos, el huérfano también es alguien que ha perdido un hijo. El verbo ὀρφανίζω quiere decir hacer huérfano al alguien, despojar. El huérfano es aquel que ha sido privado y por eso está en duelo, está afligido. El hombre afligido ha caído en la ὀρφανία, ha llegado al día del sufrimiento. Qué hace huérfano al alguien ¿Ser privado de algo o estar afligido por haber sido privado de algo? Parece ser que el ser privado de algo es causa de la aflicción. Esta aflicción configura la realidad ontológica de quien sufre la privación. No es cualquier privación la que acontece en la orfandad. De lo que se priva es de la relacionalidad del sujeto con su origen (arche) o con su horizonte (telos). Esta relación con el padre o con el hijo que configura la relación paterno-filial. La orfandad no hace, entonces referencia sólo a la privación del padre o la del hijo, la privación a la que hace referencia es a la de la relación paterno-filial. La ausencia de cualquier de los términos produce la desaparición de la relación en cuanto tal. Y si, como ha enseñado la metafísica clásica, la relación define a la persona, entonces fruto de esta privación acontece la negación de la personalidad y con ella la de la propia existencia. Sin horizonte y sin historia, se está a merced de la exclusión y la marginación. Se le excluye y margina porque ha perdido su ser y como tal es diferente, no es un alter ego, no es una persona. De modo que huérfano es otro término para hacer referencia al marginado, al excluido, en definitiva “al malvado”.

Derrida concibe la historia del ser como olvido del ser en términos de represión y exclusión. La figura del huérfano es ha sido muy usada en la literatura para mostrar la marginación, la exclusión, pero también la lucha, la esperanza y la recompensa por el sufrimiento. Se ve en la teleología oculta de estas narraciones la búsqueda de un ideal de recompensa con el que sufre. Sin embargo, no con ello se llega a reivindicar la figura del huérfano en el aquí y ahora.

¿Cómo una persona deja de ser persona? Inaudito. Ha sucedido lo imposible. La orfandad es en esencia un evento, es el suceder de lo imposible. Porque un evento debe ser una sorpresa absoluta, debe interrumpir el curso de la historia, la consideración de las posibilidades, debe exceder las condiciones de posibilidad y el horizonte. La ausencia de horizonte, es por tanto, la condición del evento. El evento es el suceder del doble vínculo entre la continuidad y la interrupción. Unos siguen siendo personas, el huérfano ha dejado de serlo, ha interrumpido su horizonte de existencia, se ha hecho él mismo un evento inscrito en el acontecer de la historia. Hemos comenzado a hablar de la historia como historia de poder, del poder de unos para hacer de lo imposible posible, la historia de otros que son víctimas de este poder. ¿Cómo una persona puede declarar a otra como no-persona imponiéndole una identidad que lo segrega? También inaudito. No es posible, pero sucede, entonces no es imposible, es posible. Es la posibilidad de la imposibilidad una consecuencia del poder de definir, de identificar y con ello también de excluir. “Omnis definitio est negatio” solían decir los escolásticos medievales, con ello nos aseguran que el progreso de occidente es fruto de la negación y de la exclusión de los que son diferentes, no-iguales, o simplemente desconocidos. En el centro de la marginación, la exclusión funciona como una suerte de redención (como explica Foucault). Los exclusores creen que hacen un bien al relegar a los confines de la comunidad al diferente, al expulsarlo lo que creen hacer es devolverle cierta existencia. Parece ser que ven en la exclusión y represión el remedio a la diferencia, el bien moral está en la ex-comunión antes que en la aceptación y la com-unión.

Ahora bien, si la cura debe ser proporcional a la enfermedad, entendiendo nosotros por enfermedad no la diferencia, sino la exclusión; el evento de la orfandad será deconstruido en la lógica del evento. Pues la deconstrucción buscar también practicar lo imposible, lo inaudito. Busca afirmar lo negado, incluir lo excluido, in-comulgar lo ex-comulgado, inscribir en la historia lo que ha permanecido en los márgenes.

viernes, 17 de junio de 2011

El mundo como espacio de interpretación (III-III)


El mundo como espacio de interpretación

La inscripción como condición de posibvilidad de todo acto hermenéutico

Una lectura reconstructiva de la relación hecho-sentido a partir de la “Introducción al «Origen de la Geometría de Husserl» de Jacques Derrida”

Jimmy Hernández Marcelo
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima


A partir de lo expuesto surge la interrogante sobre el despertar del sentido de la historia. ¿Acaso la historia no tiene sentido? Porque hablar de un despertar si la historia es lo que es, lo que ha llegado a nosotros. Pero como hemos mostrado, cuando se hace historia se cree que se tiene acceso directo al hecho sin pasar por la tradición que nos ha trasmitido y conservado el sentido del hecho. Lo que ha sucedido es que una miopía histórica ha hecho que se oculte el sentido e importe sólo los datos empíricos que se nos presentan sin tener en cuenta que éstos ya poseen una carga tradicional que ha hecho posible que lleguen hasta nosotros como tales. De este modo, se nos ha ocultado el sentido y se han hecho ficciones sobre la presencia de la pureza hecho ante nuestra conciencia sin tomar en cuenta los actos hermenéuticos que influyen en el proceso de reactivación del sentido del hecho.
Llegados a este punto, debemos hacer una tercera distinción. Esta se refiere a la distinción entre el ser del hecho y el aparecer del hecho. Y aquí surge una disputa entre la ontología de la facticidad y la fenomenología de la facticidad. ¿De quién depende el sentido del hecho? ¿El aparecer del ser es el ser en cuanto tal o es sólo un sentido del ser? Y si es sólo un sentido del ser ¿Dónde, pues queda el sentido del ser en cuanto tal? El sentido del ser en cuanto tal llega a nosotros gracias al aparecer del ser. Se pasa, entonces, de una fenomenología del hecho a una ontología del hecho. El modo como llegamos a saber cual es el ser del hecho es gracias al sentido del hecho que nos ha proporcionado la aparición del hecho. Según la descripción del sentido a través de los conceptos de sentido original originante y sentido original originado.


Si lo que afirmamos es correcto, el que recibe la presencia del hecho, al univerzalizar dicha experiencia del sentido, la eleva al nivel de la intersubjetividad comunitaria. Esta elevación al fuero de la comunidad es también un acto hermenéutico que da origen al sentido tal y lo conocemos a través de la tradición. Esta reactivación del sentido se da ad modum recipientis, y por eso se vuelve interpretativa (hermenéutica). Gracias a esto, en el nivel de la intersubjetividad, podemos identificar reactivación con interpretación. Y, sólo así, se constituye la conciencia de historicidad, y a partir de ella, toda historia como una consecuencia de un acto hermenéutico.

Trataremos, en la medida de lo posible, de hacer una descripción de todo el proceso que se desarrolla para que el sentido del hecho llegue hasta nosotros. En primer lugar, se produce el acto creador originario en el que se da la unidad indisoluble de hecho y sentido. Este acto produce el hecho y el sentido, pero en el interior del acto no hay distinción de hecho y de sentido, solo cuando el acto ha pasado y dejado su huella en el mundo podemos hacer la diferencia entre hecho y sentido. Pues lo que el acto originador produce es la inscripción en el mundo como hecho y como sentido del hecho.

A partir de las trazas dejadas por este acto, se presenta ante nosotros el hecho, que como dijimos, sólo aparece una sola vez. Se produce, entonces, la primera adquisición producto del encuentro con el hecho. Lo que se adquiere del hecho es su sentido, y de este modo el sentido realiza la entrada del sentido del hecho en la historia. Sin embargo, no basta para su realización como sentido. Hace falta que se desprenda de sus amarras que lo retienen en el suelo empírico de la historia misma. Parece irónico que para que el sentido entre en la historia deba desprenderse de sus marcas individuales que lo sujetan al suelo histórico. No obstante, sólo la subjetividad comunitaria puede producir el sistema histórico de la verdad y responder por él totalmente. Esta comunidad debe ser el lugar de todas las subjetividades egológicas actuales o posibles, pasadas, presentes o futuras, conocidas o desconocidas.

Esto quiere decir que, si una primera adquisición fue producto de un sujeto concreto, éste se debe abstraer de tal modo que se haga universal y absoluto. Y cuando trasmita su adquisición a su comunidad concreta, ésta debe también hacerse universal y absoluta. Elevarse hasta romper sus cadenas de la misma historia que le dio el sentido que trata de trasmitir. En la afirmación “Roma es la sede del Emperador” su valor de verdad histórico es válido en el momento en que Roma era la sede de Emperador, pero aunque hoy no lo sea, su valor de verdad es válido también para nosotros. Y cómo es posible esto. Porque el sentido del hecho que dio lugar a dicha afirmación no ha desaparecido, y su valor se ha abstraído de tal modo del suelo concreto donde se produjo que llega hasta nosotros en su pureza de sentido. Sólo lo que pueda llegar a cruzar las fronteras del suelo empírico histórico tiene asegurada la entrada en el mundo de la tradicionalización absoluta.

Si un sentido llegó a este nivel de re-activación, su olvido absoluto será imposible, porque el sentido podrá ser siempre re-activado. Una vez que la sedimentación del sentido se ha producido, ésta ha dejado una huella en la historia que hace posible siempre la activación de este proceso continuo de re-activaciones. Porque su universalización y su carácter de absoluto podrán quedar oscurecidos, pero nunca perdidos.

Ahora cabe decir lo siguiente, todo lo que se ha expuesto sobre el hecho y el sentido tiene la finalidad de presentar al mundo como un espacio en el que se da la inscripcionaliazión. Es decir, la capacidad de inscribirse a través de actos que dejan huellas y sedimentos. Éstos hacen posible la recepción y comunicación de datos que son interpretados y re-transmitidos mediante actos hermenéuticos. El mundo no es un planeta determinado ubicado en un sistema solar entre muchos otros. El mundo del que hacemos referencia es el suelo cultural e histórico desde el que se producen todos estos actos, desde la fundación del sentido hasta la reformulación del mismo. Este centro, nuestro centro, es la condición de posibilidad de toda inscripción. Y ella misma escapa a la inscripcionalización. Produce aquello que hace posible los ulteriores actos hermenéuticos que hacen posible la comunicación del sentido a todas las generaciones futuras.

Este mundo como espacio de comunicación, como espacio de inscripción, supone el envío y recepción de información que da a lugar a la tradición y posibilita, también, su replanteamiento. Esto último se da gracias a la sedimentación del sentido en un mundo capaz de mantenerlo activo a través de continuas re-activaciones. Porque el sentido de la intención originaria sólo se puede alcanzar en la tradición recibida como reactivación del sentido que es capaz de abrir un campo histórico oculto. Esta apertura de lo oculto es el último acto hermenéutico que se consolida como tal mediante un acto de interpretación y traducción de la misma tradición a través de un recordar lo olvidado. Y según esto, es posible sacar nuevas interpretaciones y nuevas aplicaciones del sentido de la misma fuente que se habían olvidado u ocultado a través del paso de los años, pero que gracias a este último esfuerzo hermenéutico podemos recordar.



El ideal científico e histórico de occidente está configurado como tal sólo a través de una conciencia de inscripción que hace posible toda trasmisión a-temporal y a-espacial. La inscripción en sí misma está abierta al campo de la posibilidad del intercambio lingüístico, es decir a la intersubjetividad de una comunidad. El lenguaje y la conciencia de co-humanidad son posibilidades solidarias ya dadas en el momento en que se instaura la posibilidad de la ciencia. Todo lo que occidente conoce ha venido a él gracias a la inscripción, puesto que sólo la posibilidad de la escritura es la que asegurará la tradicionalización absoluta del objeto, su objetividad ideal absoluta, es decir, la pureza de su relación con una subjetividad trascendental universal.

Con todo lo expuesto podemos afirmar que la hermenéutica no sólo es la koiné de la filosofía actual (como dice Vattimo), sino que siempre lo ha sido. Y no solo de la filosofía sino, también, de todo lo que la tradición nos ha heredado. Todo lo que occidente conoce, lo conoce en virtud de estas inscripciones en el mundo que a través de actos hermenéuticos han llegado hasta nosotros mediante procesos de re-activación y actualización. No debemos olvidar que sólo a través de la tradición es posible llegar a conocer lo que las cosas han sido, porque si haber sido llega a nosotros sólo como consecuencia de estos actos de trasmisión y retención que nos lo transportan al aquí y ahora. Sin esta tradición estamos ciegos al pasado, al presente y al futuro.

sábado, 11 de junio de 2011

El mundo como acto de interpretación



El mundo como acto de interpretación (Parte II de III)

LA INSCRIPCIÓN COMO CONDICIÓN DE POSIBILIDAD
DE TODO ACTO HERMENÉUTICO


Una lectura reconstructiva de la relación hecho-sentido a partir de la “Introducción al «Origen de la Geometría de Husserl» de Jacques Derrida”


Jimmy Hernández Marcelo
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima

A partir de lo expuesto surge la interrogante sobre el despertar del sentido de la historia. ¿Acaso la historia no tiene sentido? Porque hablar de un despertar si la historia es lo que es, lo que ha llegado a nosotros. Pero como hemos mostrado, cuando se hace historia se cree que se tiene acceso directo al hecho sin pasar por la tradición que nos ha trasmitido y conservado el sentido del hecho. Lo que ha sucedido es que una miopía histórica ha hecho que se oculte el sentido e importe sólo los datos empíricos que se nos presentan sin tener en cuenta que éstos ya poseen una carga tradicional que ha hecho posible que lleguen hasta nosotros como tales. De este modo, se nos ha ocultado el sentido y se han hecho ficciones sobre la presencia de la pureza hecho ante nuestra conciencia sin tomar en cuenta los actos hermenéuticos que influyen en el proceso de reactivación del sentido del hecho.
Llegados a este punto, debemos hacer una tercera distinción. Esta se refiere a la distinción entre el ser del hecho y el aparecer del hecho. Y aquí surge una disputa entre la ontología de la facticidad y la fenomenología de la facticidad. ¿De quién depende el sentido del hecho? ¿El aparecer del ser es el ser en cuanto tal o es sólo un sentido del ser? Y si es sólo un sentido del ser ¿Dónde, pues queda el sentido del ser en cuanto tal? El sentido del ser en cuanto tal llega a nosotros gracias al aparecer del ser. Se pasa, entonces, de una fenomenología del hecho a una ontología del hecho. El modo como llegamos a saber cual es el ser del hecho es gracias al sentido del hecho que nos ha proporcionado la aparición del hecho. Según la descripción del sentido a través de los conceptos de sentido original originante y sentido original originado.

Si lo que afirmamos es correcto, el que recibe la presencia del hecho, al univerzalizar dicha experiencia del sentido, la eleva al nivel de la intersubjetividad comunitaria. Esta elevación al fuero de la comunidad es también un acto hermenéutico que da origen al sentido tal y lo conocemos a través de la tradición. Esta reactivación del sentido se da ad modum recipientis, y por eso se vuelve interpretativa (hermenéutica). Gracias a esto, en el nivel de la intersubjetividad, podemos identificar reactivación con interpretación. Y, sólo así, se constituye la conciencia de historicidad, y a partir de ella, toda historia como una consecuencia de un acto hermenéutico.

Trataremos, en la medida de lo posible, de hacer una descripción de todo el proceso que se desarrolla para que el sentido del hecho llegue hasta nosotros. En primer lugar, se produce el acto creador originario en el que se da la unidad indisoluble de hecho y sentido. Este acto produce el hecho y el sentido, pero en el interior del acto no hay distinción de hecho y de sentido, solo cuando el acto ha pasado y dejado su huella en el mundo podemos hacer la diferencia entre hecho y sentido. Pues lo que el acto originador produce es la inscripción en el mundo como hecho y como sentido del hecho.

A partir de las trazas dejadas por este acto, se presenta ante nosotros el hecho, que como dijimos, sólo aparece una sola vez. Se produce, entonces, la primera adquisición producto del encuentro con el hecho. Lo que se adquiere del hecho es su sentido, y de este modo el sentido realiza la entrada del sentido del hecho en la historia. Sin embargo, no basta para su realización como sentido. Hace falta que se desprenda de sus amarras que lo retienen en el suelo empírico de la historia misma. Parece irónico que para que el sentido entre en la historia deba desprenderse de sus marcas individuales que lo sujetan al suelo histórico. No obstante, sólo la subjetividad comunitaria puede producir el sistema histórico de la verdad y responder por él totalmente. Esta comunidad debe ser el lugar de todas las subjetividades egológicas actuales o posibles, pasadas, presentes o futuras, conocidas o desconocidas.

Continuará...

miércoles, 25 de mayo de 2011

El mundo como espacio de interpretación (Parte I/ 3)


El mundo como espacio de interpretación

La inscripción como condición de posibilidad de todo acto hermenéutico
(Parte I/ 3)

Jimmy Hernández Marcelo


Una lectura reconstructiva de la relación hecho-sentido a partir de la “Introducción al «Origen de la Geometría de Husserl» de Jacques Derrida”

Se nos plantea la cuestión de saber si lo que ha llegado a nosotros a través de la ciencia histórica y la historia de la ciencia, puede postular a obtener una validez universal tal que pueda llegar a ser la reproducción auténtica del sentido del hecho histórico y científico que ha dado lugar a lo que conocemos hoy como ciencia e historia. De manera inicial, podemos decir que el nacimiento y desarrollo de toda ciencia, como manifestación de una cultura, deben ser accesibles a una intuición histórica, en la que la reactivación intencional del sentido debería preceder y condicionar la determinación empírica del hecho. Y esto es posible gracias a que los procesos de reactivación del sentido se configuración como tales gracias a unos actos de trasmisión y perduración del sentido, que llamaremos actos hermenéuticos o actos interpretativos, entendiéndolas como producciones del sentido a través de una conciencia egológica concreta que, mediante procesos de univerzalicación, se convierte en una conciencia egológica pura. En este proceso, las reactivaciones del sentido se van traduciendo a contextos espacio-temporales concretos (mundo de la vida) que, de alguna manera, traducen el sentido originario para que pueda llegar, en su pureza, a la univerzalición absoluta que escape a lo espacio-temporal concreto. Esta traducción del sentido originario del hecho empírico es necesaria para que este mismo sentido pueda llegar a nosotros en su sentido originario.

Partimos nuestra reflexión sobre el “hecho” originario que dio origen al sentido originario del hecho. Nuestra primera distinción es, precisamente, la de “hecho” y sentido”. Lo que la tradición hace, en primer lugar, es mantener el sentido. En un segundo momento, lo trasmite. Lo que ha llegado a nosotros no es el hecho empírico concreto, y es imposible que pueda llegar a nosotros, lo que nos ha llegado es el sentido del hecho captado por una conciencia egológica concreta (individual). El hecho queda, para nosotros, condicionado por la reactivación del sentido del mismo, de modo que no es el hecho lo que da origen a la ciencia, sino esta reactivación intencional del sentido del hecho.

Entonces ¿el hecho no puede aparecer ante nosotros de manera evidente y clara, de modo que podamos acceder al sentido original del hecho sin necesidad de los actos de transmisión y perduración (actos interpretativos)? En efecto, no es posible tal ideal. Lo que ha quedado en la historia, y es lo que los arqueólogos y paleontólogos y demás estudioso de los restos dejados por generaciones pasadas estudian, son inscripciones que sirvieron de actos de reactivación del sentido en sus respectivas comunidades de transmisión cultural. Pero a nosotros no nos dicen nada sobre estos actos de transmisión, tampoco podrían decirnos algo. Lo que sucede es que éstos sirven para recrear el sentido de una historia, la que estaría más lejana de la que la tradición nos ha trasmitido.



Como dijimos líneas atrás, la reactivación del sentido condiciona al hecho empírico concreto. El itinerario de la ciencia y de la historia no parte del hecho empírico y llega hasta nosotros en su pureza original, como nos ha parecido siempre. Sino que es todo lo contrario, es el sentido que poseemos del hecho lo que hace que el hecho aparezca como tal ante nosotros. Esto no quiere decir que el hecho no existió como tal y que lo creamos. Lo que significa es que ese hecho original originario del sentido no puede llegar como tal a nosotros. Porque el origen histórico singular, el hecho fundador es irremplazable, y por ende invariable, nunca puede ser repetido. No hay historicidad concreta que no implique una primera-vez. Es imposible sustituir el hecho de la primera vez por otro hecho. Un hecho único tiene su esencia de hecho única, que no es la facticidad del hecho sino el sentido del hecho, aquel sin el cual no podría aparecer y no daría lugar a ninguna determinación y a ningún discurso. Sólo se ha sido primera-vez una sola vez, el ser primera-vez escapa a la repetitividad. La presencia del origen fundador del sentido y de la verdad fuga en su aparecer.

A partir de esta afirmación tan dura podemos hacer una segunda distinción (la primera fue la del hecho y el sentido). El hecho originario del sentido es el sentido original originante, es decir aquel hecho que ha producido el sentido original de una vez y para siempre. Este hecho único es el que hemos descrito líneas atrás. Pero también existe un sentido original originado, este sentido es aquél que mediante actos de reactivación (traducción) hace posible que el sentido original originante llegue a nosotros y no se pierda en la historia. Cuando se dio el hecho primero fundador del sentido, una conciencia pudo recibirlo, mantenerlo y trasmitirlo. Estos tres actos fundan el sentido original originado, que perdurará para siempre a través de actos de reactivación, porque para que pueda llegar a nosotros este sentido, que es reflejo del primero, se necesita una actualización constante y permanente. Estos actos no son contrarios a la naturaleza del sentido, sino que por el contrarios son parte del dinamismo propio del sentido original originante, que en su intento de llegar a nosotros y de expandirse más allá de los límites de su facticidad necesita volver a surgir y activarse como la primera vez (re-activación). No siendo la primera vez debe poseer lo esencial de este primer sentido. No obstante, lo accidental del sentido puede ir perdiéndose a través de los actos de actualización y traducción.

La transmisión y perduración del sentido son actos de una con ciencia intersubjetiva que está condicionada por el espacio y el tiempo. Por tanto, se convierten en actos hermenéuticos por naturaleza. Se hace perdurar lo que se transmite, y esta transmisión está enriquecida desde el interior por unos actos de traducción e interpretación a partir del mundo de la vida que les da origen y constitución ideal. De todo tal que pueda llegar a todos en todo tiempo y lugar manteniendo el sentido en lo esencial.

viernes, 1 de abril de 2011

Derrida el circunciso (parte IV, última)

Derrida el circunciso (parte IV, última)

Jimmi Hernández
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima

El segundo punto surge como consecuencia del primero, para estar mejor ligada, y esto nos recuerda que si entendemos la religión como religare, volver a ligar a unir, Derrida está diciendo que el alejarse de la verticalidad dura del edificio de la alianza hace que él se una más a ese Dios que le ha mandado a cuidar de la alianza. Salir de la marginación es entrar en la ligación, en la unión de todos los que buscan la verdad por encima de todas las cosas, independientemente de su cultura y su religión. La fidelidad al Dios de la alianza no debería separarnos de los demás, por el contrario, debería unirnos más, ligarnos más, y eso nos haría verdaderos homines religiosi, hombres religados con Dios y con los demás hombres.
El tercer punto sería el leerse cada vez peor, esto significa que los demás no sabrán leer los actos del verdadero cumplidor de la alianza, a simple vista parecen actos infieles, no coherentes ni trasmisores del tesoro de la alianza, sin embargo, no se desligan de Dios, y por el contrario, están más unidos a Él. Por lo cual, algunos podrían acusarlo de a-teo, a-religioso. Es decir, no ligado, no unido, separado, des-ligado.

Todo esto nos muestra cómo para los que no saben leer los signos de unión, de ligación, llamarán a Derrida el falso profeta, el falso guardián de la alianza, el infiel, el circunciso incircunciso. Por otro lado, él en su integridad e intimidad no ha dejado nunca de identificarse con la misión que ha elegido cargar bajo sus hombros. Nunca ha renegado de ella, nunca la ha aborrecido, la ha amado y llevado hasta el último de sus días.
Derrida es el circunciso, es la Alianza viviente, es el Profeta que cuida de la Alianza: Elías. Este recuento narrativo de la identidad de Jacques Derrida a la luz de sus propias reflexiones en Circonfesión serán muy importantes a la hora de estudiar la deconstrucción y sus investigaciones sobre la escritura. Es indispensable no perder de vista en todo momento este hilo conductor que hemos comenzado a deshilar y que servirá para no perdernos en el laberinto que en la lectura de sus textos y en la comprensión de su pensamiento podríamos aterrizar.
El tema que atraviesa toda la vida, y posteriormente el pensamiento de Derrida, como ya ha sido dilucidado, es la inscripción. Ésta se presenta como marca y huella, que dan sentido de pertenencia y de exclusión, de diferencia y de identidad. La inscripción en el cuerpo, o la escritura del cuerpo es la circuncisión, con todo lo ya dicho sobre ella. El primer encuentro con una huella Derrida lo atraviesa en el reconocimiento de sí mismo en su cuerpo, en su ser un circunciso. En sus años de niñez, juventud y madurez vivirá en su propia carne (circuncisa) la experiencia de la marginación (el antisemitismo) a través de su identidad de judío. Ha sido un marginado a causa de una inscripción que no puede borrar, ya que no es sólo la marca de cuerpo sino que es ante todo la marca de una tradición que le sale al encuentro.
Este mal de lo propio, de la identidad, impregna toda la obra de nuestro autor, aparece pues deconstruyendose a sí mismo, a través de su dolencia pensante que lo hace creer en que existe una forma (al menos racional) de mostrar al marginado (al inscrito) como un ser que también puede llegar a formar parte de la historia y ser reivindicado en esta misma historia que no se ha cansado de negarle existencia e identidad de todas las formas posibles.

La deconstrucción toma su nombre con un talante de descentralización (o descentramiento) a fin de afirmar lo que se niega tradicionalmente. La deconstrucción es inscripción de la inscripción marginadora y marginada. El marginado (el circunciso) comienza a des-circuncidarse a través de una nueva inscripción, que comenzará a llamarse deconstrucción y su autor, el deconstructor.
Por todo lo expuesto, la filosofía de Jacques, la deconstrucción, se presenta como un método filosófico de reivindicación del marginado.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Derrida: El circunciso (parte III)


Elías y la Alianza

La circuncisión, Elías y la Alianza están conectadas íntimamente. No es posible hablar de una o uno de ellos sin hacer alusión a los tres. En primer lugar, Elías fue un gran profeta, si no el más grande de los profetas de Israel, que según la tradición bíblica fue asunto al cielo en cuerpo y alma (2 Re 2, 11). De vez en cuando baja a la tierra para vigilar y acompañar al pueblo de Dios en su camino hacia la salvación. Además se le encarga la misión de asistir al pueblo de Israel en la brit milah, la circuncisión. Recordemos que había explicado anteriormente que en la sinagoga se separan dos asientos: uno para el padrino y otro para el profeta Elías.

El profeta Elías había condenado a los israelitas por su infidelidad a la Alianza hecha con Dios, desde ahora en adelante él velaría por la fidelidad a esta alianza y para ello debía presenciar el rito de la circuncisión en persona. Es el profeta más escatológico, y por eso mismo, el más esperado de todos. El profeta Malaquías había profetizado que Elías vendría antes que el Mesías para prepara su camino (Mal. 3, 23). Algunos israelitas en la fiesta de Pascua dejan una copa llena de vino y una ventana abierta con la esperanza de que Elías baje y entre en su casa por la ventana y celebre con ellos la liberación el pueblo.

Y qué tiene que ver todo esto con nuestro tema. Simplemente que Derrida tenía otro nombre aparte de Jacques, su otro nombre nunca escrito, y nunca inscrito era “Elías”. Este nombre estaba oculto, se refugiaba en la intimidad del hogar, de la familia. No podía salir al exterior de ninguna manera, ni escrita, ni inscrita. Era el nombre abstracto que le había llegado, que lo hacía el elegido, el querido, el responsable de una alianza que no le estaba permitido explicitar, ni comunicar. Era el guardián de nada. El guardián de su historia, de su pacto, de su compromiso y el de todos los judíos. Era una misión recibida, sin recibirla, ya que no había ninguna señal de aquella recepción. Por lo mismo, fue él mismo el que se eligió como el guardián de la alianza, y se atribuirá el apelativo de “el último judío”.
Elías a la vez es uno y otro, no sólo es el nombre del más grande profeta de Israel, también es el nombre del tío de Derrida, aquél que abandonó a su familia y de quien nadie más habló en casa. Es un desconocido, es un otro, es un marginado. Por eso, Elías es también el nombre de otro imprevisible al que se le debe guardar un lugar. No del que venimos hablando hasta ahora, sino otro Elías o Elías el otro, y sin embargo, Elías puede ser uno y otro a la vez, no se puede invocar la presencia de uno sin el riego de convocar también al otro. Es el parasitaje de un Elías, del otro que implica siempre el yo. Al hablar de Derrida o Derrida al hablar de sí convoca a todo aquel que no es él, invita al diálogo con todos los no-Derrida y en ellos se reconoce Derrida.

Con el apelativo de profeta describirá Rorty la personalidad de Heidegger y Derrida , aunque este título para él no presentará la misma acepción que según nuestro parecer presentaría la figura del profeta en Derrida. Por el contrario, para Rorty será causa de desestimación por carecer de universalidad en sus planteamientos y en sus métodos.

Siguiendo con la descripción de Elías, podemos decir que es el más escatológico de los profetas, y por los mismo, el más esperado de ellos, como lo hemos expuesto más arriba. Y Derrida afirma que el mundo nunca le ha perdonado que sea el escatológico más esperado , de esta manera él explícita su identificación con Elías y su ministerio. Su nombre y ministerio oculto, marginado, aborrecido y anhelado.
De esta manera Derrida surge en el mundo como un profeta que busca custodiar la fidelidad a una tradición que le es ajena, para él la alianza será siempre un edificio judío . Y la fidelidad a ese edificio será de alguna manera heterodoxa, es decir, no legítimo. Y el profeta de este género será un falso profeta, un profeta infiel a una tradición que debe defender. Y ¿qué pasa si dicha tradición no es fiel a la misma alianza que defiende?

Derrida se expresa de sí mismo como “el más auténtico de los profetas falsos”. Este apelativo podría darnos a entender que es un profeta infiel, un dimisionario de la alianza. Sin embargo, parece que nuestro amigo se ha mantenido más fiel que cualquier otro profeta. No tolera la alianza se que eleva hacia el cielo y cierras las puertas más que para el pueblo judío. A esa alianza es a la que es infiel. Sin embargo, la pureza a de la alianza a Dios, la fidelidad a Dios, nunca la ha perdido. Dios es una constante en su vida y que ha recibido a través de la misma diversos nombres . En el siguiente párrafo se expresa de manera clara fidelidad al Dios de la Alianza:

"… el tiempo cambiado de mi escritura, la grafía, por haber perdido su verticalidad interrumpida, casi en cada letra, para estar cada vez mejor ligado pero leerse cada vez peor desde hace casi veinte años, como mi religión .

En esta analogía entre religión y escritura, podemos extraer algunos puntos claves en tanto su fidelidad al Dios de la Alianza. En primer lugar está la verticalidad, es decir este edificio judío del que se hablaba anteriormente. Una verticalidad que separa, divide, aleja y margina. El paso de los años ha hecho que su cercanía con esta verticalidad se haga más ausente, es decir, comienza a alejarse cada vez más de este medio de marginación.

El segundo punto... lo seguiremos en otro post.

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