Una
síntesis del pensamiento
de Gianni Vattimo
Carlos Pairetti
Universidad Nacional de Rosario
En este tiempo de
nihilismo consumado, asociado a todo intento de reflexión secundado por el sugestivo prefijo “post”, el pensamiento de Vattimo encuentra un lugar especial
absolutamente concordante con dicho prefijo, como pensador del “después de”. Si
hay que buscar aguas arriba la fuente de su inspiración, sin lugar a dudas como
lo dice Ramón Rodríguez, un comentarista suyo, se sitúa en la senda abierta por
Nietzsche y Heidegger[1]. Precisando
un poco más, la muerte de Dios anunciada por Nietzsche y el del final de la
metafísica presentado por Heidegger constituyen las premisas fundamentales para
la tarea especulativa llevada adelante por Vattimo.
En
opinión de otra intérprete de Vattimo, Teresa Oñate, aludiendo a la
contribución del filósofo italiano al pensamiento contemporáneo afirma que en
Vattimo se da y se encuentra, la más acertada introducción activa posible al
pensar de los problemas de la filosofía contemporánea, tal como ésta lo es
desde la doble determinación indisociable asignada por Nietzsche y explicitada
por Heidegger.[2]
Con respecto a la importancia que el pensamiento de Vattimo tiene en la
actualidad, otro de sus intérpretes – a juicio de Vattimo el mejor- Giovanni
Giorgio, señala que Vattimo es uno de los filósofos más debatidos del panorama
filosófico contemporáneo, tanto que la literatura se vuelve cada día más vasta.[3] Por
otra parte, Franco Volpi, en su análisis del nihilismo italiano menciona a
Vattimo como el que da el tono final del debate sobre el nihilismo. Volpi
destaca que Vattimo al elegir la conciencia nihilista como horizonte de su
pensamiento, se proclama a sí mismo como apologista del nihilismo.[4] En
total correspondencia con lo aseverado por Franco Volpi, encontramos la afirmación
de puño y letra del mismo Vattimo en un título de uno de sus artículos contenidos
en El fin de la modernidad, denominado Apología del nihilismo o,
en el contenido del artículo mismo la afirmación de que “el nihilismo es
nuestra única chance”[5], modos
diversos de indicar que el nihilismo es la tónica de fondo de la especulación
vattimiana.
La
característica principal de su programa especulativo es la renuncia a las
categorías fuertes de la tradición filosófica occidental y la proposición de
una ontología débil. En palabras de Franco Volpi esta ontología: “pretende
reconocer y aceptar el devenir en su facticidad, sin adjudicarle un sentido que
lo trascienda y sin imponerle formas, categorías o esquemas interpretativos
fuertes, que terminarían inevitablemente por inhibir el fluir”.[6] Esta
declarada renuncia de Vattimo a las categorías fuertes, este distanciamiento
actual del pensamiento contemporáneo respecto de la metafísica, se debe como
señala Ramón Rodríguez fundamentalmente a razones ético-vitales antes que
teoréticas. Al respecto el propio Vattimo señala que en la exigencia ética de
Levinás se da una contribución decisiva en el sentido de la superación de la
metafísica. La metafísica y sus categorías fuertes resulta violenta. Este modo
de concebir el pensamiento metafísico como violencia es una idea inspirada en
Lévinas[7],
implica una resistencia a un poder violento, o, en positivo, una voluntad de
deliberación, lo que guía la deconstrucción de la metafísica.[8]
En esa
mencionada disolución de las categorías metafísicas fuertes, Vattimo condena
una actitud propia de la modernidad, la de buscar la unidad, quizá dicho esto
con terminología propia de la filosofía antigua: reducir lo múltiple, lo
disperso, lo fragmentado a lo uno. Con expresión del último Wittgenstein
diríamos que el pensamiento de Vattimo da cabida a todos los juegos de
lenguaje, a diversos modos de saber, sin pretender torpemente reducir toda la
rica fragmentación de la realidad a una unidad violenta, como arriba
explicábamos. Escapar a la violencia del pensamiento único es posible, según
Vattimo, en virtud de un pensamiento débil que no busca un fundamento último, Grund
(fundamento) diría Heidegger, sino que hace explícita referencia a un despido
de la tarea especulativa tal como Occidente la concibió a la luz de la
metafísica. La racionalidad débil, parte de la experiencia; está ─diríamos─ contaminada
de cultura. En palabras de Vattimo:
“...experiencia que se presenta siempre cualificada desde el punto de
vista histórico y preñada de contenido cultural. No existen condiciones
trascendentales de posibilidad de la experiencia, accesible mediante cualquier
tipo de reducción o epojé que suspenda nuestra pertenencia a determinados
horizontes históricos-culturales, lingüísticos, categoriales”.[9]
Esto
que acabamos de señalar permite que la racionalidad débil valga como un
paradigma paralógico, no subordinante, ni jerarquizante, dando mayor lugar a lo
transversal ─si se nos permite la expresión─ y no tanto a lo vertical, por lo
tanto a la pluralidad. Franco Volpi, al respecto, dice que a partir de la
pluralidad se subraya la no posibilidad de compactación y uniformación, sino la
potencia de la fragmentación, de la conflictividad e incluso de la inconmensurabilidad.[10] Dilucidadas
a grandes rasgos las implicancias nihilistas del pensamiento de Vattimo, nos
referiremos seguidamente a la hermenéutica como aquel contorno en el que se
desarrolla como consecuencia de la acción del nihilismo la tarea filosófica más
significativa del pensador italiano. La hermenéutica es, según la opinión de
Vattimo, la koiné (lengua común) filosófica de este tiempo y afirma que
en el pasado las grandes discusiones filosóficas tenían que rendir cuentas al
marxismo o al estructuralismo, así hoy la hermenéutica parece haber asumido esa
misma posición central.[11]
Enrico Berti por su parte cuestiona esta afirmación de Vattimo y dice: “Aunque
la hermenéutica, dada la extrema fragmentación de la filosofía contemporánea,
tal vez no sea precisamente esa koiné filosófica que se ha intentado
sostener, indudablemente constituye una de las posiciones filosóficas hoy en
día más difundidas”.[12]
La
hermenéutica en el pensamiento de Vattimo tiene lugar a causa del nihilismo y
este, a su vez, propone una ontología débil sobre la base de Nietzsche y
Heidegger como modo de ultrapasar la metafísica, considerando que ya no es
necesario buscar estructuras estables, fundamentos eternos ni nada semejante.
En efecto, la nueva ontología piensa que el ser debe captarse como un evento,
como el configurarse de la realidad particularmente ligado a la situación de
una época, que, por su parte, es para Vattimo, proveniencia de las épocas que
la han precedido. Pensar el ser significa escuchar los mensajes que provienen
de tales épocas, y aquellos además, que provienen de los otros, de los
contemporáneos, de diferentes culturas, subculturas, de grupos, etc., que
comienzan a tomar la palabra en esta época. Por lo tanto, la racionalidad
característica de la ontología nihilista o de la hermenéutica nihilista será una
racionalidad débil. Vattimo, aclara Ramón Rodríguez, desconfía de la denominación
“pensamiento débil” en virtud de las confusiones que engendra y, quizá también,
de la mala prensa que lleva consigo. La confusión de la cual previene Vattimo
es que la “debilidad” no ha de asociarse al pensamiento, sino que se trata de
un rasgo del ser mismo.[13] Para ser
más precisos hay que señalar que el motor del pensamiento vattimiano es claramente
nietzscheano y su estructura conceptual, su forma mentis heideggeriana
y, sólo secundariamente, gadameriana. El nihilismo nietzscheano del cual parte
Vattimo para desembocar en la hermenéutica nihilista, es el anuncio de la
muerte de Dios, asociado a la disolución de todo fundamento último; entendiendo
con ello la desaparición de toda instancia objetiva, ética u ontológica, en el
sentido de perder su carácter obligante para el sujeto a quien se dirigen. De
este modo la ausencia de objetividad da lugar a la interpretación de toda experiencia,
de acuerdo a la afirmación de Nietzsche: “no existen hechos, sólo interpretaciones”,
así, según Vattimo, la idea misma de fundamento pierde vigencia, para unirse a
la caracterización heideggeriana del final de la metafísica adviniendo de esta
manera el nihilismo como un acontecimiento del ser.
Esta idea que
explicitamos recientemente es algo así ─si se nos permite la comparación─ como
la mirada calidoscópica desde la cual Vattimo analizará todos los órdenes del
pensar y la praxis humana. En su expresión más radical desde el punto de vista
ontológico su enunciación será: no hay ningún estado de cosas, ninguna
situación objetiva que imponga al pensamiento la obligación de reconocerlo como
realidad. Miradas las cosas desde el punto de vista epistemológico la
enunciación radical será: pensar ya no significa remontarse hasta un fundamento
objetivo, sea en las cosas, sea en el pensar mismo, ni al fundamento como
enclave último de [14] Ahora
bien, la filosofía hermenéutica, para Vattimo, no es un conjunto de
afirmaciones sobre el hecho de las interpretaciones, porque de ese modo estaría
proponiendo evidencias estructurales que darían cuenta de la naturaleza de
alternativas mejores o superadoras ante cada interpretación ofrecida, sino que
la hermenéutica es también una interpretación que, como tal, no puede aducir
una evidencia incontrovertible a su favor.
inteligibilidad. De este modo la hermenéutica previene contra
las tentaciones de asumir nuevas formas de fundacionismo y ofrece con ello la
clave para evitar la emergencia de la violencia que mora agazapada detrás de
toda estructura metafísica.
Para finalizar cabe
subrayar que la racionalidad de la hermenéutica nihilista, aspira a una
narración de su propia proveniencia; su argumentación consiste en contar la
historia de la filosofía moderna en una interpretación que da cuenta del final
de la metafísica y el advenimiento del nihilismo. Vattimfuerza en
demostrar que la racionalidad misma radica en la reconstrucción interpretativa
de la modernidad. Trata de este modo de hacer inteligible el actual estado de
cosas del mundo (y de la filosofía en él); eso lo lleva a cabo a través de la
narración que radica en la interpretación del sentido de un curso de acontecimientos,
que “permite señalarle su lugar, colocarlo en su sitio, y así aducir razones
para la discusión y reducir el relativismo”.[15]
[1]Vattimo, Gianni, Más allá de la interpretación, Barcelona,
Paidós, 1995, pp.10-11.
[2] Vattimo, Gianni, Diálogo con
Nietzsche, Buenos Aires, Paidós, 2002,
p.15.
[3] Giorgio, Giovanni, Il pensiero di Gianni Vattimo: L’emancipazione
dalla metafísica tra dialettica ed ermeneutica, Milán: Franco Angeli, 2006,
p.9. La traducción es nuestra.
[4] Volpi, Franco, El nihilismo, Buenos Aires, Biblos, 2005, p. 156.
[5] Vattimo, Gianni, El fin de la modernidad, México, Gedisa, 2004, p. 23.
[6] Volpi, Franco, El nihilismo, op. cit., p. 157.
[7] Vattimo, Gianni, La secularización de la filosofía. Barcelona,
Gedisa, 2001, pp. 75-88.
[8] Vattimo, Gianni. Más allá de
la interpretación, op.cit., pp. 12-13.
[9] Vattimo, Gianni, El pensamiento débil, Madrid, Cátedra,
2000, p.19.
[10] Volpi, Franco, El nihilismo, op. cit., p. 157.
[11]Vattimo, Gianni, Ética de la interpretación, Barcelona, Paidós,
1991, pp.55-56.
[12]Vattimo, Gianni, Hermenéutica y
racionalidad, Bogotá: Norma, 1994, p.31.
[13]Vattimo, Gianni. Más allá de la interpretación, op.cit., p. 15.
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