Evelyn Sánchez
Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima)
En el presente ensayo intentaremos hacer una comparación entre el punto de vista sobre la naturaleza que tienen Heidegger y Holderlin. La naturaleza vista desde Heidegger puede entenderse en un doble sentido. Remontándonos a la tradición griega, physis es el término con que se designaba a la naturaleza, significando aquello que crece, que surge o brota en lo abierto. Este es el primer sentido en que puede concebirse la naturaleza. El segundo sentido en que puede abordarse a la naturaleza es desde la mirada tecno-científica. Esto es, que la naturaleza se convierte en objeto de investigación del científico y de sometimiento por parte del hombre moderno. Sin embargo, ninguno de los dos sentidos de naturaleza puede ser comprendido verdaderamente si antes no hacemos una aproximación hacia la crítica que Heidegger formulará a la metafísica occidental.
Cuando Heidegger inicia su critica a la metafísica occidental parte de dos referentes fundamentales como son Heráclito y Parménides. Según Heidegger, son estos dos referentes los más grandes pensadores que haya podido gestar la humanidad, porque son ellos los que inauguran una nueva forma de pensar. Esta nueva dimensión de orientar el pensamiento consiste en pensar el SER de las cosas, es decir, pensar lo que las cosas, ellas mismas son. Heidegger considera que la historia de la filosofía occidental ha sido un intento por pensar el SER, mas un intento fallido, porque en lugar de pensar el SER, se ha pensado los entes. Es decir, el SER de las cosas y no el SER mismo o desde si mismo. Pensar el SER de las cosas es pensar que el SER o la esencia radica en las cosas, que se aloja en ellas. Lo que supone afirmar que son las cosas o entes lo que le dan sentido al SER y no viceversa, que es el SER lo que le da sentido y determina a los entes. Otras consecuencias de haber pensado el SER de los entes son reducir el SER a un ente más y asignarle al ente la categoría de SER.
Si bien para Heidegger todo preguntar debe comenzar por ser un preguntar particular, es decir, un preguntar por los entes, porque es dirigiendo nuestra mirada a los entes que tenemos acceso al SER, nuestro preguntar no debe instalarse en un mero preguntar por los entes, sino que debe aspirar en última instancia a un preguntar general. Esto es, preguntar: ¿Qué es SER? Es este preguntar general el que habrían dejado en el olvido los griegos y toda la tradición occidental. Heidegger, con razón dirá, que los griegos se dedicaron a hacer teoría de los entes, dejando en abandono y olvido lo más fundamental: el SER. Es esta constatación del olvido del SER la que configura la crítica a la metafísica occidental planteada por Heidegger.
Planteado el olvido del SER, Heidegger iniciará el camino hacia su rememoración o recuerdo, que en terminología alemana se conoce como el Andenken. Pero todo recordar significa remontarse al pasado, examinar lo que la tradición nos ha heredado. Es así que Heidegger tendrá como punto de partida de su pensar los conceptos de Aletheia y Physis, legados por los griegos. Aletheia traducido al castellano significa verdad, pero en un sentido poético puede entenderse como el desocultamiento o develamiento del SER. Un desocultamiento que se da en todo el brillo, luminosidad y esplendor del SER. Physis, que se traduce como naturaleza, significa en jerga griega lo que crece, surge o brota. En el pensamiento heideggeriano estos conceptos están íntimamente entrelazados. Entonces, podemos decir que es en ese brotar que se produce el desocultamiento o develamiento del SER en toda su plenitud y esplendor. Sin embargo, este desocultamiento del SER sólo pude producirse a través de un tercer elemento, que es el Logos, la palabra o el lenguaje poético.
Entre el concepto de Aletheia y Physis, Heidegger examinará con mayor detenimiento y cuidado el primero, porque es la Aletheia la que le permitirá abordar más tarde el segundo sentido de naturaleza. Esto es, la naturaleza objetivada, convertida en un ente. Según Heidegger lo propio del pensar griego ha sido pensar la Aletheia, es decir, pensar el SER como desocultado, como lo manifiesto, lo dispuesto. Pero, es esta solo una de las aristas o caras del SER. El otro lado del SER, es decir, su lado oculto y retraído, aún no había sido meditado por los griegos. Por lo tanto, pensar la Lèthe, el lado oculto del SER, será el rasgo característico del pensamiento heideggeriano. De hecho, solo tiene sentido la vuelta al pensar del alba griega, si en esta vuelta se incorpora algo nuevo, que es pensar el lado subrepticio del SER.
Descubiertas las dos dimensiones del SER, Heidegger propondrá pensarlas en comunión. Sin embargo, pensar el SER como una unidad resulta ser algo problemático, porque el SER se distingue por su dinamismo o movilidad. En su Carta sobre el Humanismo, Heidegger sostendrá que el SER es lo mas polémico y disputable. Esto quiere decir que dado que el SER nunca está como algo estático, sino en movimiento constante, sus dos caras siempre se encuentran enfrentadas o en lucha. Es decir, el lado desoculto o manifiesto del SER siempre esta en pugna con su lado oculto. Así, el SER lucha por no convertirse en NO-SER y el NO-SER, a su vez, por no convertirse en SER. Sin embargo, esta pugna, como notará Heidegger, es inútil, porque finalmente el SER siempre se dirige al NO-SER y el NO-SER, al SER. Es así como Heidegger concluirá que en ese encuentro entre el SER y el NO-SER, ambos terminan igualados. De ahí que el SER sea lo mismo que el NO-SER o la NADA. Esto pude ser explicado a través de la siguiente metáfora. La noche y el día son los dos lados del SER. Cuando la noche está en su plenitud, inmediatamente se dirige hacia su antípoda: el día. Lo mismo ocurre con el día, que estando en su mediodía, corre en su encuentro con la noche. De aquí que la noche termine siendo día y el día noche. El día y la noche como dos esferas separadas se desvanecen y queda finalmente el día =noche o la noche=día, que en resumen son lo mismo. Así queda explicado que el SER=NO-SER o la NADA. En Heidegger, la novedad estará en pensar el SER de la NADA. Esto es, pensar el SER del NO-SER, pensar el lado del SER que quedo retraído y olvidado por los griegos. Entonces, la peculiaridad del pensamiento heideggeriano consiste en pensar la experiencia de la NADA.
Explicados los dos lados del SER, retomemos ahora el segundo sentido en que puede concebirse la naturaleza. Habíamos indicado que la naturaleza vista desde la Ge-stell, es decir, desde el mundo tecnológico, había sido objetivada o cosificada. Pero la naturaleza pensada como objeto no surgió de repente. De hecho, este pensar no es nuevo, pues podemos trasladarlo a la época de los griegos. Si bien los griegos no objetivaron la naturaleza, si fueron ellos los que instalaron como pensamiento el pensar el lado develado del SER, es decir, pensar su lado manifiesto. Fueron los griegos los que inauguraron el pensamiento de los entes o de las cosas. Son ellos los que han legado a la modernidad el pensar el SER sólo en una de sus dimensiones, pensar el SER como un ente o una cosa más. Entonces, ha sido el hombre moderno que inspirado en ese pensar sesgado del Ser, ha convertido a la naturaleza en una cosa. La naturaleza como toda cosa está atravesada por el signo de la medida y de la cuantificación. En el mundo moderno el científico matematiza a la naturaleza, extrae de ella leyes uniformizantes que cree implícitas en ella. Son estas leyes uniformizantes las que le permiten al científico adelantarse a la naturaleza, imponérsele. En el mundo moderno, por lo tanto, ya no cabe la sorpresa o admiración, porque el hombre se anticipa, tiene el poder decisorio en sus manos. El hombre moderno, en contraste con el hombre antiguo, se ha hecho productor o constructor de su propio mundo. El hombre antiguo que cuidaba y recolectaba los frutos producidos por la naturaleza, ha sido reemplazado por el hombre moderno, que ya no protege ni recolecta nada, porque todo lo tiene al alcance de la mamo, todo lo tiene dis-puesto.
Hay un doble peligro que Heidegger entreve en este mundo tecnológico. Y es que pensar la naturaleza como objeto implica pensarla en su finitud. Pensar a la naturaleza desde su finitud supone pensar que esta tiene un fin o utilidad, es decir, que sirve para algo, como por ejemplo satisfacer las necesidades del hombre. Pero a su vez, satisfacer las necesidades del hombre, puede significar el sometimiento y la explotación de la naturaleza. Pensar la finitud de la naturaleza, también supone pensar su agotamiento. Es este, tal vez, el peligro más trágico para el hombre, porque agotada la productora de sus bienes, el hombre desaparece. El hombre pues no es sin la naturaleza, sin la tierra que produce sus frutos. La finitud de la naturaleza como agotamiento es lo que llevará a Heidegger a enfatizar la importancia que tienen las actividades del resguardar y el recolectar.
En Heidegger podemos establecer una analogía entre dos de sus obras: La época de la imagen del mundo y el origen de la obra de arte. En La época de la imagen del mundo
Heidegger nos habla del campesino que cuida y recolecta los frutos producidos por la tierra. Los cuida porque es consciente del agotamiento de la tierra y que el agotamiento de esta supone su desaparición y los recolecta, para que dada la desaparición de la tierra, lo recogido le sirva para su subsistencia en el futuro. En El origen de la obra de arte Heidegger nos presenta, a través de la imagen del artista, la obra de arte, aquello que tiene que ser conservado por el artista. Entre la obra de arte y el artista se da una dinámica. La obra de arte tiene sentido por el artista, porque es él quien la conserva, pero el artista también tiene sentido por la obra de arte, sin la obra de arte el artista no es artista, pues es él quien la hace. Hecha esta comparación podemos decir que detrás de la naturaleza y de la obra de arte está implícito el sentido de lo histórico. Lo histórico debe entenderse como el pasado que da sentido al presente y al futuro. Por eso es relevante la actividad de la conservación. Solo cultivando el pasado tiene sentido cosechar en el futuro. Bien podrá comprenderse que la metáfora de la naturaleza y de la obra de arte en realidad representa la historia y de manera particular la historia alemana, mientras que son el campesino y el artista la representación del pueblo alemán. La época de la imagen del mundo y el origen de la obra de arte son los discursos políticos pronunciados por Heidegger al pueblo alemán, por medio de los cuales exhorta a éste a conservar su historia, porque un pueblo que no conserva su historia corre el peligro de su trágica desaparición.
Ahora examinemos el concepto de naturaleza en Holderlin. En contraste con el concepto que Heidegger nos presenta en Ciencia y técnica de la naturaleza objetivada, es decir, la naturaleza vuelta cosa, que permite que el hombre moderno se adueñe de ella e imponga sus condiciones, sometiéndola y explotándola, Holderlin en su poema Cuando en día de fiesta, nos muestra a una naturaleza, que aún impone sus condiciones al hombre, es decir, que aún tiene un poderío decisorio, que exhibe con toda su furia, a través de los relámpagos y truenos. Este poderío decisorio de la naturaleza sobre el hombre no debe interpretarse como un peligro, sino como el cauce normal que la naturaleza debe seguir. Esto es, que la esencia de la naturaleza es imponerse al hombre y así provocar su admiración. La amenaza real vista desde Heidegger no la constituye la naturaleza, sino el hombre que junto con su poderío constructor también le está dado su poderío destructor. Es interesante hacer esa comparación entre la naturaleza y el hombre, porque si bien la naturaleza crea y también destruye los frutos con sus relámpagos, truenos y la bravura de sus ríos, ella misma en su natural obrar compone lo destruido. De aquí que Holderlin diga Como cuando en día de fiesta, porque es todo un ritual ver que la naturaleza compone lo destruido en su ciclo natural. Sin embargo, el hombre que crea, no tiene la capacidad de regenerar lo destruido por su mano. Esta imposición de la naturaleza sobre el hombre y su capacidad de regenerar lo destruido la podemos evidenciar claramente en la primera estrofa del poema Cuando en día de fiesta, que dice así:
Como cuando en día de fiesta a ver los campos
un campesino al alba sale, cuando
tras noche de bochorno refrescantes relámpagos cayeran
sin cesar y aun retumba el trueno a los lejos,
y su cauce regresa ya al torrente,
y fresco reluce el verde suelo;
y de la bienhechora lluvia del cielo
la viña gotea y resplandecientes
bajo un sol en calma se alzan los árboles de la floresta.
De este mismo verso, podemos extraer la idea de la naturaleza como bondadosa o bienhechora, no solo porque produce los bienes o frutos del hombre, sino porque además cuando destruye, luego compone lo destruido. Esta misma idea de la naturaleza como bienhechora resalta Heidegger en su obra Aclaraciones a la obra de Holderlin. Heidegger parece comulgar con Holderlin en que dentro de la ferocidad de la naturaleza, habita el lado oculto de su ser. Esto es, que la naturaleza también es paz. Así lo expresa Heidegger cuando dice: “El trueno que se aleja aun recuerda los temores de la noche. Pero ninguna inundación pone los campos en peligro. El suelo reluce verde y fresco. La viña se alegra de la bendición de la celestial bebida. El bosque esta tendido a la callada luz del sol. El campesino sabe de la permanente amenaza del tiempo sobre sus bienes, pero encuentra en todas partes la paz de lo que procura alegría”.
Otro contraste que podemos hacer es que mientras Heidegger, desde la mirada tecno- científica, muestra la desacralización de la naturaleza, es decir, la pérdida del carácter divino de la naturaleza, que en la época moderna pasará a detentarlo el hombre, convirtiéndose en señor y dios de la naturaleza, Holderlin resalta el carácter divino de la naturaleza, la describe como la omnipresente. Siendo la naturaleza omnipresente ella se encuentra en todos lados, atravesando al hombre, su historia y todas las cosas que le rodean. Ella que todo lo atraviesa no es atravesada por nada, ni siquiera por el tiempo. El mismo Holderlin dice: “Pues ella, ella misma que es mas antigua que los tiempos y reina sobre los dioses del poniente y del Oriente”. Esta clave nos permite pensar que Holderlin no esta pensando a la naturaleza como objeto o cosa, sino que trasladándose al pensar del alba griega, piensa a la naturaleza como la physis, es decir, como lo que crece y brota en lo abierto.
Un tercer y último elemento de comparación entre Heidegger y Holderlin es el concepto de lo histórico. Habíamos indicado que detrás de la naturaleza y la obra de arte estaba implícito el sentido de la conservación de la historia y en particular el pasado alemán. Así también Holderlin, a través, ya no de un objeto en concreto, porque habíamos señalado que la naturaleza es pensada por el como physis, sino por medio de la voz del poeta. Esto es, la poesía, nos dirá que el destino del poeta como lo es en el campesino y en el artista de Heidegger, conservar su historia, para luego dar testimonio de ella. Queda implícito que Holderlin al igual que Heidegger está pensando en la conservación de la historia alemana, la misma que supondrá la conservación de su pueblo. Holderlin lo manifiesta así en las estrofas 5 y 6 de su poema Como cuando en día de fiesta:
"… en los abismos del tiempo,
más llenos de sentido y más perceptibles por nosotros
flotan suspendidos entre el cielo y la tierra y entre los pueblos:
los pensamientos del espíritu común son,
los que culminan callados en el alma del poeta,
para que pronto conmovida, familiarizada
desde antiguo al infinito, estremecida
por el recuerdo y abrasada por el rayo sagrado,
logre su fruto, nacido en el amor, obra de los dioses y los hombres,
el canto, para que de ambos dé testimonio"