El Nihilismo (Parte III)
Resumen
del libro "El Nihilismo" de Franco Volpi para uso de estudiantes
Capítulo VII
Nihilismo y decadencia en Nietzsche
Nihilismo y decadencia en Nietzsche
Advertido como
problema capital, llega a ser el eje temático entorno del cual gira su última,
extenuante búsqueda. Decisiva para la constitución del horizonte del
pensamiento dentro del cual Nietzsche maduró su sensibilidad para el problema
fue la lectura juvenil de Schopenhauer y de algunos exponentes de la escuela
del pesimismo, en particular Eduard von Hartmann, Julius Bahnsen y Philipp
Mainländer.
Nietzsche
considera el pesimismo schopenhaueriano, y el desvelo en la Nada que alimenta,
como una forma de “nihilismo pasivo”, es decir, como un debilitamiento del
poder del espíritu. La muerte de Dios,
imagen que simboliza la venida a menos de los valores tradicionales, se
convierte en hilo conductor para interpretar la historia occidental como
decadencia y suministrar un diagnóstico crítico del presente. Desde el
descubrimiento de Bourget y Dostoievsky en adelante, Nietzsche interpretará
cada vez más netamente este proceso histórico en términos de “nihilismo”. Nihilismo:
falta la respuesta al “¿para qué?”; ¿qué significa nihilismo? Que los valores
supremos se desvalorizaron. (Nietzsche, 1988: XII, 350).
Según Nietzsche,
el proceso de desvalorización de los valores es el rasgo más profundo que
caracteriza el desarrollo de la historia del pensamiento europeo, que es, por
consiguiente, la historia de una decadencia: el acto originario de tal
decadencia está ya presente en la fundación de la doctrina de los dos mundos en
la obra de Sócrates y Platón, vale decir, en la postulación de un mundo ideal,
trascendente, en sí, que en cuanto mundo verdadero está puesto por encima del
mundo sensible, considerado, en cambio, como mundo aparente.
El nihilismo que
se impone como un “estado psicológico” y que orienta el proceso de
desvalorización y disolución de los supremos valores tradicionales es, sin
embargo, un nihilismo incompleto. En él
se inicia la destrucción de los viejos valores, pero los nuevos que aparecen
van a ocupar el mismo puesto de los precedentes, es decir, conservan un
carácter suprasensible, ideal. En el
nihilismo incompleto la distinción entre mundo verdadero y mundo aparente no
desaparece del todo, y se mantiene todavía operante una fe. Para derribar lo antiguo
se debe todavía creer en algo, en un ideal; se tiene todavía una “necesidad de
verdad”. En la fenomenología que
Nietzsche presenta, el nihilismo incompleto se manifiesta en diversos ámbitos y
formas.
Capítulo
VIII
Nihilismo, relativismo y desencantamiento en la “cultura de la crisis”
Nihilismo, relativismo y desencantamiento en la “cultura de la crisis”
El desborde
nihilista se dio, sobre todo, cuando las influencias del pensamiento
nietzscheano confluyeron con los resultados relativistas del historicismo. Esto ocurre, en particular, en el seno de la
así llamada “filosofía de la vida” y en la serie de críticas de la civilización
que ocurren en los primeros tiempos del novecientos. Partiendo de la convicción de que existe un
radical e insuprimible antagonismo entre lo dionisíaco y lo apolíneo, entre la
vida y el espíritu, se dio expresión a una difusa desconfianza en las
exigencias de síntesis de la razón y a un correspondiente apelación a la otra
dimensión, la de la “vida”. La vida,
según se afirmaba, debía ser cultivada en su nivel originario, en sus
caracteres propios, y no según las modalidades teóricas tradicionales que,
objetivándola, la reificaban.
Capítulo
IX
El nihilismo estético-literario
El nihilismo estético-literario
Thomas Mann
reconocía que Nietzsche había visto con justeza lo que había indicado en la
tensión entre lo dionisíaco y lo apolíneo, entre el instinto y la razón, entre
la vida y el espíritu, la fuente de las enfermedades de la civilización. Yendo más allá de Nietzsche, es decir, más
allá del “trágico destino” que él había representado, se trataba de reconstruir
la razón sobre nuevas bases y de conquista un nuevo y más profundo concepto de humanitas, capaz de satisfacer las
exigencias a la vida por la cual Nietzsche había dado rienda suelta.
Ante la
desorientación y el vacío causados por el nihilismo, Benn reacciona, siguiendo
las huellas de Nietzsche, con la fuerza de la creatividad artística, con la
metafísica de la expresión y de la forma. El arte es la actitud capaz de
corresponder al impulso de la fuerza dionisíaca de la vida, expresar su perenne
fluir y su ineludible perspectividad. Ello porque el arte produce la forma,
esto es, el escorzo creativo que penetra la realidad del devenir mejor que
cuanto pueda hacer el concepto metafísico de verdad.
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