Una presentación
Marco
Ricse
Universidad
Nacional Federico Villarreal
Hay
personajes muy importantes que la historiografía peruana ha relegado al olvido,
como también inmensas cantidad de libros
destruidos o perdidos en el tiempo, obras que probablemente no podremos rescatar de la indiferencia del
investigador, del apetito de las
polillas o de la humedad de la capital. No deseamos que sea éste el caso de uno
de los más importantes pensadores políticos de fines de la monarquía peruana,
el Padre José Ignacio Moreno Santisteban, un personaje que recuperamos para la
historia de las ideas políticas en el Perú.
Moreno nació un 8 de agosto de 1767 en el puerto de Guayaquil (Ecuador)
entonces perteneciente al Virreinato del Perú. Fue hijo de José Ignacio Moreno,
escribano público de Cabildo, Minas y Real Hacienda y de su segunda esposa Ana
Manuela de Silva-Santisteban y Larralde. Sobresalió en la sociedad virreinal
como hombre de admirables conocimientos científicos naturales, humanísticos y
teológicos. Moreno vivió durante la
segunda mitad del siglo XVIII del Perú virreinal y las primeras décadas del XIX
del Perú republicano. El tiempo en que vivió presentó un panorama político
económico y social difícil para el imperio español que el prestigioso
latinoamericanista John Fisher comenta en su libro Perú Borbónico.
Fisher señala que la corona española, luego de perder la Guerra de los Siete
Años al lado de Francia como aliada, reconoció la decadencia de su poderío
imperial. Carlos III presta entonces una urgente atención a la reorganización y
modernización de su administración en los reinos de ultramar con el fon de
lograr una defensa efectiva del Perú: estamos ante las llamadas por los
historiadores “Reformas Borbónicas”.
Por la aplicación
de las reformas y el aumento del control directo de la corona de la
administración, los criollos se vieron
desplazados en los cargos públicos del Reino por los peninsulares; la tensión
generada por esta situación se añade a numerosos conflictos entre nuevos y
antiguos funcionarios de la Monarquía. De este modo se inició una decadencia
del gobierno español desde 1788, que se prolongaría hasta la desarticulación
del Imperio español en lo que en la historia española se conoce como el trienio
liberal, que dio lugar a la pérdida de los dos más importantes reinos españoles
de ultramar: México, que se proclamaría imperio independiente y el Perú, reino proclamado
independiente en 1821.
En el escenario de crisis para España y sus dominios americanos se inicia y
realiza la vida y obra del presbítero José Ignacio Moreno. Desde muy joven, Moreno llega a Lima por
gestión de un tío materno y se matricula en el Seminario de Santo Toribio.
Luego pasa al Real Convictorio de San Carlos. En este centro de estudios Moreno
se graduó de doctor en derecho Canónigo y finalmente se ordenó sacerdote y su
periplo en el Real Convictorio coincide con el rectorado de Toribio Rodríguez
de Mendoza. Además se relacionó con el tercer Conde de Vistaflorida, José Baquíjano
y Carrillo y con Fr. Diego de Cisneros, ambos también conocedores y seguidores
de las nuevas ideas modernas que probnto terminarían con la Monarquía. En 1787
sustenta un acto público de Derecho Natural y de Gentes bajo la dirección del
Dr. Mariano de Rivero; el 6 de junio de1789 fue declarado bachiller en Cánones
en la Universidad Real y Pontificia de San Marcos; el 6 de diciembre de 1792 se
recibió de Abogado ante la Real Audiencia.
Fue miembro de la Sociedad de Amantes del País presidida por el Conde de
Vistaflorida, publicando allí varios trabajos en su órgano de publicación Mercurio Peruano. Debido a que Moreno
era un conocedor del desarrollo de las
nuevas ciencias en 1787 presidió un Acto
público de Filosofía y Matemáticas dedicado a la Universidad de San Marcos. Sus
trabajos y exámenes causaron admiración de los sabios Nee y Haenke, llegados a Lima en la
expedición científica de Malaspina. Moreno dictó la cátedra de Matemática en
San Carlos y también fue Vicerrector Regente de Estudios, corriendo a su cargo
la confección del Plan General de Estudios y la formación de Tablas o Programas
de las distintas asignaturas, que el Mercurio
Peruano publicó con elogio[2] .
Es
notable el sermón de Moreno del 10 de mayo de 1812 en la iglesia de Huancayo;
se trata de la Exhortación a la sumisión
y la concordia. Su alocución tuvo como principal motivo una breve proclama
hecha por el virrey Fernando de Abascal como parte de su política de concordia
entre españoles americanos y peninsulares unidos bajo una misma corona. Por entonces
se sofocaba una triste rebelión de los indígenas en Huánuco, aparentemente con
apoyo de extranjeros de Río de la Plata y que, ante la ausencia del monarca legítimo
Don Fernando, pensaron en su reemplazo por el “Inca Castelli”. Para 1812, el
panorama político y social era muy tenso y trágico y la rebelión de Huánuco fue
un asunto de suma seriedad para el gobierno. Por tal motivo, lo exigido por el
Virrey era centralmente la pacificación de la insurrección y la denuncia de sus
perjuicios como una detestable ingratitud a comparación de los beneficios
otorgados por las Cortes. Ciertamente, las Cortes Soberanas detentaban el
gobierno del Imperio español desde 1810 como consecuencia del cautiverio del
rey Carlos IV que había suspendió el gobierno oficial.
A partir de esta proposición general, Moreno, intentó una interpretación del El Espíritu de las Leyes de Montesquieu tratando de adecuarla a la realidad social y política del Perú. Así, la aplicación de la teoría del Espíritu de las Leyes hecha por Moreno tendría la intención de demostrar la factibilidad y necesidad del establecimiento de una monarquía en el Perú independiente. En 1826 Moreno ocupó el Vicerrectorado de San Marcos y para ese periodo su interés se centró en la defensa de la independencia jurisdiccional de la Iglesia frente a las pretensiones secularizadoras del Estado. Las incidencias que influyen en este interés son: el establecimiento de la república, la partida del General San Martin, la llegada del Simón Bolívar y su dictadura. Adicionalmente, la frecuente inestabilidad política que tendía a la injerencia del Estado en materia de la administración eclesiástica. Dos textos fundamentales ocupan al autor en este periodo; Cartas Peruanas entre Filaletes y Eusebio, de 1826 y el Ensayo sobre la Supremacía del Papa (en dos tomos) de 1831-1836.
Cartas Peruanas entre Filaletes y Eusebio es una obra de considerable
amplitud y erudición de gran alcance. Compuesta por 32 cartas, a lo largo de 595
páginas, con 24 páginas en promedio por carta epístola intercambiada entre dos
personajes ficticios, Filaletes y Eusebio. Ambos muy buenos amigos preocupados
por resolver las interrogantes que les habría provocado
la lectura de Las Ruinas de
Palmira de C-F. deVolney y El citador, de Guillaume
Pigault-Lebrun. La obra es de carácter ético y
apologético, y su principal objetivo es mostrar y refutar las inconsistencias
formales del materialismo y el ateísmo, las
doctrinas protestantes y,
sobre todo, contra las obras de los autores ilustrados franceses. En general, a
todo lo que pueda oponerse a la doctrina católica como el deísmo y el ateísmo.Con una dilatada habilidad de
análisis y manejo de recursos bibliográficos, Moreno se aplica en la disciplina
de agotar todo tipo de dudas teóricas y doctrinarias. Concentrando su censura
en los autores franceses luego propondrá como alternativa una
filosofía de carácter cristiano. En esta ingente obra
demuestra conocimientos de historia sagrada y profana, teología, filosofía y
lenguas antiguas. Con el valioso desarrollo valiosos capítulos de filosofía
política, ética y temas afines a los que daremos mayor atención y detalle más
adelante.
El Ensayo
sobre la Supremacía del Papa fue escrito en 1831, el libro está situado
dentro de las polémicas teológicas del siglo XIX y Moreno durante estas
primeras décadas fue uno de sus representantes más ilustres en el Perú. En esto
José Ignacio Saranyana describe los acontecimientos
en la que ubicamos el contexto de la redacción del Tratado. Comenta que desde
las reformas regulares en 1826 Moreno muestra una férrea oposición desde el
punto de vista jurídico por ese tipo de reformas llevadas a cabo por el estado,
aduciendo que había antes que pedir permiso al Papa. Luego otro incidente
surgió cuando en 1829 se intentó que el diezmo fuera aplicado no sobre la
producción comercial agraria, sino sobre la utilidad bruta de esta. Moreno,
entonces al formar parte del cabildo reacciona aduciendo que es parte del
derecho eclesiástico el cual solo Roma podía modificar. Por lo tanto mostramos
que ya para el 1831 por este constante interés redacta su Tratado Sobre la Supremacía del Papa. En el establece sus ideas
sobre el problema de la jurisdicción papal rechazando la idea común regalista
de que la secesión del patronato se ha heredado completamente de España. Moreno
tiene como finalidad defender la supremacía espiritual y temporal del Papa de
los argumentos de laicos y clérigos regalistas como Tamburini, Villanueva y Pradt. En este periodo cabe señalar, con Francisco Larroyo,
que Moreno forma parte de la primera etapa que representa la reacción de la
escolástica frente al enciclopedismo y liberalismo, de la que formaría parte junto con los padres. Pedro
Gual y Vicente Solano rechazan en general todo tipo de filosofía innovadora que
no corresponda a la rígida doctrina tomista. Asimismo, la segunda etapa
corresponde a Jaime Balmes, Félix Reyes Ortis y Clemente de Jesús Munguía. De
esta manera, el conjunto de las polémicas que se desarrollarán durante el siglo
XIX tendrán de acuerdo José Ignacio
Saranyana una raíz más profunda “la dimensión internacional del conflicto entre
el mundo moderno y cristianismo, y la dimensión nacional, en torno a la
ofensiva secularizadora del estado”. José Ignacio Moreno, una de
las figuras más importantes del pensamiento político peruano del siglo XIX fallece en el pueblo de Magdalena, antigua
residencia de campo de los virreyes, muy cerca de Lima, en 1844, a la edad de 64
años.
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