José Carlos Mariátegui maestro: Nuevos enfoques (I/III)
Gustavo Flores Quelopana
Sociedad Peruana de Filosofía
I
José Carlos Mariátegui: Su análisis educativo
Mariátegui es un pensador que pertenece a la era del capitalismo industrial y del alborear del socialismo en el mundo, en cambio nosotros pertenecemos a la era del capitalismo cibernético y del ex-comunismo. Y sin embargo resulta sorprendente cómo mucho de su análisis sobre la educación mantienen vigencia. Por qué esto es así, cuando incluso está en crisis lo que se entiende por “mariateguismo”. La respuesta más inmediata es porque todavía vivimos en una sociedad que pone el primer lugar el “tener” sobre el “ser”.
Si quisiéramos hacer un esfuerzo de síntesis de sus planteamientos sobre la educación diríamos que 5 son sus tesis fundamentales.
- La educación es eminentemente un problema económico social
- Debe tener como soporte nuestra realidad
- Valorar la ciencia y los métodos de enseñanza
- Aprender no sólo es un proceso cognoscitivo sino también práctico
- Y son 4 los aspectos educativos más importantes: a. principios generales de la reforma educativa, b. el problema del libro, c. el problema de la universidad, d. la educación artística y la formación de la mujer.
Cuando el Amauta sostiene que la educación es un problema eminentemente económico social se está refiriendo que existe una relación solidaria entre la economía y la educación, y que en nuestra América la educación sólo puede ser entendida como problema económico social. Economía y Educación son realidades solidarias. En otros términos, sin democracia política y económica no hay democracia educativa, por tanto abordar sus problemas de modo aislado es artificioso y precario. Las crisis educativas coinciden con las crisis políticas, es reflejo fiel de la crisis estructural del país. Y añade que sólo aboliendo la servidumbre –nosotros aquí decimos la explotación del hombre sobre el hombre- y no con la simple escuela se redime al indio –aquí apostillamos: se redime al hombre-.
Sobre la escuela laica dice que no es ningún renacimiento del liberalismo sino el producto histórico del capitalismo que se reconcilió con la religión. Por tanto es una fórmula de liberaloides y radicaloides. Los casos de Italia, Francia y Alemania demuestran que la libertad de enseñanza es una ficción. Pues el estado siempre conforma la educación pública acorde a las necesidades de las clases dominantes. En consecuencia, no hay escuela apolítica ni neutral, hay escuela proletaria y escuela burguesa. Por ello, la crisis de la escuela coincide con la crisis de la política. Por ello, al analizar la crisis de la reforma educativa en Chile, bajo la persecución política del general Ibáñez, sostiene que una revolución educativa no es una cuestión meramente técnica sino que requiere de la acción revolucionaria en el plano social y político.
Desarrollando su idea afirma que el socialismo adopta plenamente la idea de la escuela única, pues la igualdad económica es la base de la igualdad cultural. Mientras en el capitalismo la enseñanza es una enseñanza de clase, en el socialismo se convierte en una enseñanza universal. La suerte de la reforma educativa no es independiente de la fortuna de la revolución política. Los más sensibles a las nuevas corrientes de la enseñanza son los normalistas, próximos al pueblo y educados por la burguesía en la abnegación y sacrificio económico y material. Las nuevas ideas sobre la educación han brotado del campo fecundo de la experimentación y creación de la escuela primaria. Así no extraña que las escuelas normales sean el hogar de la nueva ideología pedagógica. Más lo que le falta al maestro primario es orientación ideológica. El problema de los preceptores no está en multiplicar las escuelas sino en dignificar esta profesión, reemplazando la escuela de clase por la escuela única.
Sobre la Universidad afirma que su crisis es crisis de maestros y crisis de ideas. Afirmación que mantiene toda su actualidad en medio de una universidad que pierde su espíritu humanístico y se vuelve en una empresa. Hay catedráticos estimables -dice-, lo que no hay son maestros apostólicos, proféticos, líderes, que se afilien a una ideología renovadora y combativa. Nuestros catedráticos son hombres tubulares, como dice Maúrtua, y no hombres panorámicos. Pero mientras las cumbres están peladas y yermas, la llanura está poblada de brotes nuevos. En 1928 la Universidad peruana estaba urgida de reformas, todo era viejo, impermeable y desvencijado, profesores y métodos por igual en decadencia. El maestro mediocre exige disciplina en el claustro, pero el verdadero maestro no se ocupa de este tópico porque su vida misma es ejemplo. La crisis no es de disciplina sino de maestros. Las mayores figuras de la cultura peruana han sido extrauniversitarias. Estas ideas del Amauta se confirman hoy en día con todo su hondo dramatismo, pues la investigación brilla por su ausencia en la universidad peruana, el presupuesto que se le asigna es simbólico y vergonzante, los alumnos han perdido el afán de saber y lo único que ansían es obtener su título para obtener el mayor provecho económico, las cúpulas partidarias se han vuelto en verdaderas mafias que manipulan a todo nivel la vida universitaria y en ese medio el maestro con vocación se marchita o lo exilian. En la universidad peruana actual ya no hay ideas hay proliferación de métodos y tecnicismos, propios del hombre tubular más no del alma panorámica. El humanismo así anda extraviado.
Ocupándose del problema del libro dice que la Biblioteca nacional desde 1885 a 1925 no ha vivido ningún progreso. Su bibliografía es insuficiencia y paupérrima, atrasada y anémica, no es un órgano vivo para el investigador y para el estudioso. Y no lo es porque es la cenicienta del presupuesto nacional. Aun cuando el deporte y el baile (hoy la televisión y el internet) restan público al libro, no obstante éste seguirá siendo índice de civilización. En uno de sus aspectos el problema cultural del país es el problema editorial. El público lee poco por falta de hábito de la lectura y por su elevado costo. Razón demás para proteger e impulsar la difusión del libro. El índice libro no sólo refleja la riqueza económica sino también la madurez cultural de un pueblo.
Sobre la educación artística, tan venida a menos en las escuelas publicas de hoy, afirma que el gusto musical es resultado de un largo proceso de educación. Si al gran público no le gusta la música sinfónica es porque aun no se hace esfuerzo alguno por educarla artísticamente. Es urgente establecer la enseñanza artística en las escuelas. Si en el Perú la cultura es sacrificio y penuria es porque su clase dirigente sólo asimila de Occidente su progreso material y técnico más no su arte y humanismo.
Sobre el feminismo escribe que en literatura se escucha ya una poesía característicamente femenina. Ante el advenimiento del socialismo declina la mujer de lujo y surge la mujer de trabajo. Hay feminismo orgánico y otro diletante, en ambos se da la tendencia proletaria, pequeño burguesa y burguesa. Es importante que el Estado moderno preste atención al problema sexual para tener una población sana, adecuada e instruida sobre el tema –en cambio hoy ya no existe el curso de Educación familiar, antes llamada educación para el matrimonio-.
Y concluye reflexionando sobre la vagancia, cuya raíz, dice, está en la economía y la educación, de ahí que se la pueda extirpar no reprimiéndola sino previniéndola.