Derrida, el circunciso (II parte)
La circuncisión
Jimmy Hernández Marcelo
Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima
Derrida se define a sí mismo como el circunciso, y para él esto significa ser cultivado, podado, cortado, purificado. Pero al mismo tiempo marcado en el cuerpo para siempre. No tiene recuerdo de aquel ritual de marcación, pero sí queda en su cuerpo la presencia perpetua de aquel momento. No se puede escapar de él, lo sigue donde quiera que va, lo atormenta y no le permite olvidar quién es y de dónde viene, y también hacia donde tiene que llegar. Por eso, la circuncisión es el hilo conductor de sus obras, porque es lo que lo hace escribir. Para aquellos que no sepan exactamente qué es la circuncisión, aunque creo que hoy en día casi todas las personas saben algo sobre ella, haremos una breve presentación sobre el tema. En la tradición religiosa y cultural de los hebreos o judíos se realiza una ceremonia de consagración del niño recién nacido. El Padre es el responsable de preparar la ceremonia, que debe realizarse por la mañana temprano y le precede una vigilia ritual consagrada a los rezos donde los padres pasan recibiendo las felicitaciones de sus amigos. El término hebreo para designar a la circuncisión es milah, pero la expresión completa es brit milah, donde brit significa “alianza”. En efecto, esta circuncisión se practica para recordar el pacto establecido entre Yahvé y Abraham, en el que éste sería hecho “padre de muchedumbre de gentes” (Gen. 17,4). En la ceremonia el niño tiene dos padrinos: un padrino y una madrina, como en el bautismo cristiano. A este respecto Derrida dirá que cuando en su familia, y ha de entenderse que también las familias judías de la zona, alguien debía circuncidarse llamaban al rito bautismo, para simular que se referían al rito cristiano y no al judío. Para el judío la circuncisión es única porque es cumplida con el cuerpo mismo, dejando la marca del pacto eterno con Dios sobre éste toda la vida. No cualquiera puede hacer la circuncisión. La persona que lleva a cabo el Brit es llamada “Mohel”. Es un maestro cirujano con experiencia especial en el ritual judío de la circuncisión. Para estar calificado como Mohel debe ser temeroso de Dios, un judío observante de la Torá, y conocedor de la gran cantidad de leyes judías y médicas correspondientes al Brit Miláh.
El ritual se realiza de esta manera: En la sinagoga existen dos asientos: uno para el padrino y otro para el profeta Elías con almohadones de seda. El padrino sienta al infante en sus rodillas y luego el circuncidante corta el prepucio con un cuchillo de acero diciendo: “Bendito seáis, Señor, que nos habéis ordenado la circuncisión”. Mezcla vino con la sangre del niño y lo bendice, a continuación le impone el nombre que los padres han designado para el niño. Luego pronunciado las palabras de Ezequiel: “Y yo dije: vivirás en tu sangre”, le moja los labios al niños con la mezcla de vino y sangre bendita. Esto también nos recuerda el sacramento de la Eucaristía de los cristianos, curiosamente también llamaban a la preparación en los ritos judíos “comunión” en la familia de Derrida . Seguidamente se recita el Salmo 128: “Bienaventurado el hombre que teme al Señor” .
Los detalles que se presentan en el proceso ritual en el que un recién nacido se convierte en judío, y por ende, en portador de la Alianza, son muy precisos y observados con extrema rigurosidad. Esto se debe a que se entiende, no como un proceso de pulcritud cultural, sino como un mandato divino, y como dicen los judíos, el mandamiento por excelencia. Así como en el cristianismo el bautismo marca en comienzo de la vida del cristiano, el nacimiento como hijo de Dios bajo la Nueva Alianza hecha por Jesucristo, en el judaísmo la circuncisión presenta la misma figura. Aunque ambos rituales tienen marcadas diferencias, la más significativa sería la marca o el signo que queda después del rito. En el cristianismo el sello es invisible, pues el niño queda marcado en el alma como hijos de Dios. No hay un signo visible de esta filiación, sin embargo está presente. Por el contrario, en el judaísmo el signo de la alianza es visible en el cuerpo, queda marcado el cuerpo. No sólo el circunciso puede ver la marca, sino todo el mundo distingue al circunciso, y precisamente esa es la intención: que todos reconozcan al circunciso. Todo esto gracias a la naturalización de un sello que se hace simbólico de un pacto imborrable.
Derrida se identifica con el nombre de “el circunciso”, y esto a qué se debe. Por qué Derrida se refiere a sí mismo como el “circunciso”. Y de la respuesta que daremos depende todo lo que desarrollaremos posteriormente con el tema que más le interesa: “la escritura”. Porque para Derrida la circuncisión es la escritura del cuerpo . Y todas sus obras lo único que tratan de hacer es explicar qué es la circuncisión.
En primer lugar, Derrida se enfrenta desde tierna edad a la dialéctica conflictiva de saber quién es él. Y que lo llevará a decir en sus años de madurez: “nunca sabré todo sobre mí”. El reconocimiento de sí mismo es fruto de una confesión sincera. Una confesión que abre al otro, se comunica al otro, porque quiere al otro. La confesión lleva en sí como conditio sine qua non la alteridad, la apertura. Porque “se confiesa siempre al otro”. La confesión es efusión de reconocimiento, sólo en el otro Derrida puede encontrarse a sí mismo. Al estilo de San Agustín, a quien suele llamar mi compatriota, a quien venera y admira , Derrida se nos confiesa como “el circunciso”, el inscrito en una tradición que lo identifica y lo somete.
Se re-conoce como un circunciso, porque es lo que ve, porque se lo han contado, porque es lo único de lo que sí tiene certeza que verdaderamente ocurrió, y además en él se ha cultivado, germinado. La misma circuncisión presenta una doble realidad, por un lado es cortar, separar, romper. La circuncisión corta no sólo el prepucio del recién nacido, sino además rompe con el mundo, separa en judíos y gentiles, no creyentes, infieles, enemigos de Dios, por eso son llamado incircuncisos, es decir, los que no han hecho alianza con Dios y por tanto, no pertenecen a su pueblo santo. Se entiende entonces que la circuncisión es un medio de marginación, de separación, de mantener fuera del contorno, fuera del alcance de la alianza. La alianza como en los rituales matrimoniales es circular, y los circuncisos son los que están dentro del circulo. Los incircuncisos están fuera
martes, 15 de marzo de 2011
Derrida, el circunciso (II parte)
Publicado por Víctor Samuel Rivera en 20:55
Etiquetas: Jacques Derrida, jimmy hernández
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