domingo, 21 de junio de 2015

José Ignacio Moreno/ Una presentación




José Ignacio Moreno
Una presentación

Marco Ricse
Universidad Nacional Federico Villarreal

Hay personajes muy importantes que la historiografía peruana ha relegado al olvido, como también inmensas cantidad  de libros destruidos o perdidos en el tiempo, obras que probablemente  no podremos rescatar de la indiferencia del investigador, del  apetito de las polillas o de la humedad de la capital. No deseamos que sea éste el caso de uno de los más importantes pensadores políticos de fines de la monarquía peruana, el Padre José Ignacio Moreno Santisteban, un personaje que recuperamos para la historia de las ideas políticas en el Perú.  Moreno nació un 8 de agosto de 1767 en el puerto de Guayaquil (Ecuador) entonces perteneciente al Virreinato del Perú. Fue hijo de José Ignacio Moreno, escribano público de Cabildo, Minas y Real Hacienda y de su segunda esposa Ana Manuela de Silva-Santisteban y Larralde. Sobresalió en la sociedad virreinal como hombre de admirables conocimientos científicos naturales, humanísticos y teológicos.  Moreno vivió durante la segunda mitad del siglo XVIII del Perú virreinal y las primeras décadas del XIX del Perú republicano. El tiempo en que vivió presentó un panorama político económico y social difícil para el imperio español que el prestigioso latinoamericanista John Fisher comenta en su libro Perú Borbónico. Fisher señala que la corona española, luego de perder la Guerra de los Siete Años al lado de Francia como aliada, reconoció la decadencia de su poderío imperial. Carlos III presta entonces una urgente atención a la reorganización y modernización de su administración en los reinos de ultramar con el fon de lograr una defensa efectiva del Perú: estamos ante las llamadas por los historiadores “Reformas Borbónicas”.

Por la  aplicación de las reformas y el aumento del control directo de la corona de la administración,  los criollos se vieron desplazados en los cargos públicos del Reino por los peninsulares; la tensión generada por esta situación se añade a numerosos conflictos entre nuevos y antiguos funcionarios de la Monarquía. De este modo se inició una decadencia del gobierno español desde 1788, que se prolongaría hasta la desarticulación del Imperio español en lo que en la historia española se conoce como el trienio liberal, que dio lugar a la pérdida de los dos más importantes reinos españoles de ultramar: México, que se proclamaría imperio independiente y el Perú, reino proclamado independiente en 1821. En el escenario de crisis para España y sus dominios americanos se inicia y realiza la vida y obra del presbítero José Ignacio Moreno.  Desde muy joven, Moreno llega a Lima por gestión de un tío materno y se matricula en el Seminario de Santo Toribio. Luego pasa al Real Convictorio de San Carlos. En este centro de estudios Moreno se graduó de doctor en derecho Canónigo y finalmente se ordenó sacerdote y su periplo en el Real Convictorio coincide con el rectorado de Toribio Rodríguez de Mendoza. Además se relacionó con el tercer Conde de Vistaflorida, José Baquíjano y Carrillo y con Fr. Diego de Cisneros, ambos también conocedores y seguidores de las nuevas ideas modernas que probnto terminarían con la Monarquía. En 1787 sustenta un acto público de Derecho Natural y de Gentes bajo la dirección del Dr. Mariano de Rivero; el 6 de junio de1789 fue declarado bachiller en Cánones en la Universidad Real y Pontificia de San Marcos; el 6 de diciembre de 1792 se recibió de Abogado  ante la Real Audiencia. Fue miembro de la Sociedad de Amantes del País presidida por el Conde de Vistaflorida, publicando allí varios trabajos en su órgano de publicación Mercurio Peruano. Debido a que Moreno era un conocedor del desarrollo de  las nuevas ciencias en 1787 presidió  un Acto público de Filosofía y Matemáticas dedicado a la Universidad de San Marcos. Sus trabajos y exámenes causaron admiración de los sabios  Nee y Haenke, llegados a Lima en la expedición científica de Malaspina. Moreno dictó la cátedra de Matemática en San Carlos y también fue Vicerrector Regente de Estudios, corriendo a su cargo la confección del Plan General de Estudios y la formación de Tablas o Programas de las distintas asignaturas, que el Mercurio Peruano publicó con elogio[2] .

Es notable el sermón de Moreno del 10 de mayo de 1812 en la iglesia de Huancayo; se trata de la Exhortación a la sumisión y la concordia. Su alocución tuvo como principal motivo una breve proclama hecha por el virrey Fernando de Abascal como parte de su política de concordia entre españoles americanos y peninsulares unidos bajo una misma corona. Por entonces se sofocaba una triste rebelión de los indígenas en Huánuco, aparentemente con apoyo de extranjeros de Río de la Plata y que, ante la ausencia del monarca legítimo Don Fernando, pensaron en su reemplazo por el “Inca Castelli”. Para 1812, el panorama político y social era muy tenso y trágico y la rebelión de Huánuco fue un asunto de suma seriedad para el gobierno. Por tal motivo, lo exigido por el Virrey era centralmente la pacificación de la insurrección y la denuncia de sus perjuicios como una detestable ingratitud a comparación de los beneficios otorgados por las Cortes. Ciertamente, las Cortes Soberanas detentaban el gobierno del Imperio español desde 1810 como consecuencia del cautiverio del rey Carlos IV que había suspendió el gobierno oficial.





En la Exhortación a la sumisión y la concordia hay tres ideas centrales, que organizan el contenido del sermón. La primera es la gran importancia que se otorga a la autoridad política, la segunda la predestinación del establecimiento de las autoridades del mundo por Dios y la tercera -como consecuencia de las anteriores-, una definición particular del concepto de patria. Luego, en la misa del primero de enero de 1813 en la Iglesia Parroquial de la Doctrina de Huancayo pronuncia la Juramentación de la Monarquía española. En ella expondrá las presuntas cualidades de la Constitución de Cádiz como los fundamentos filosóficos y políticos que la justifican, en comparaciones y ejemplos históricos del desarrollo de las sociedades políticas. Se trata de una concesión a un hecho consumado. El 8 de marzo de 1820 Moreno pronunció un discurso en la Sociedad Patriótica de Lima defendiendo opción monárquica del general San Martín. En tal situación  Moreno intentó explicar y justificar la conveniencia del modelo monárquico como un modelo necesario para la situación del Perú. Sus argumentos hicieron uso de conocimientos de geografía,  histórica sacra y profana, posibles gracias a su vasta erudición. Comenzó advirtiendo que “El gobierno toma distinta forma según se difunde el poder político, comunicándose  por los primitivos pactos sociales a uno, a algunos, o a todos los miembros del Estado. Bajo cuyo supuesto asentó primero esta proposición general: la difusión del poder político está en relación directa de la ilustración y civilización del pueblo, y en razón inversa de la grandeza del territorio que ocupa”

A partir de esta proposición general, Moreno, intentó una interpretación del El Espíritu de las Leyes de Montesquieu tratando de adecuarla a la realidad social y política del Perú. Así, la aplicación de la teoría del Espíritu de las Leyes hecha por Moreno tendría la intención de demostrar la factibilidad y necesidad del establecimiento de una monarquía en el Perú independiente. En 1826 Moreno ocupó el Vicerrectorado de San Marcos y para ese periodo su interés se centró en la defensa de la independencia jurisdiccional de la Iglesia frente a las pretensiones secularizadoras del Estado. Las incidencias que influyen en este interés son: el establecimiento de la república, la partida del General San Martin, la llegada del Simón Bolívar y su dictadura. Adicionalmente, la frecuente inestabilidad política que tendía a la injerencia del Estado en materia de la administración eclesiástica. Dos textos fundamentales ocupan al autor en este periodo; Cartas Peruanas entre Filaletes y Eusebio, de 1826  y el Ensayo sobre la Supremacía del Papa (en dos tomos) de 1831-1836. 

Cartas Peruanas entre Filaletes y Eusebio es una obra de considerable amplitud y erudición de gran alcance. Compuesta por 32 cartas, a lo largo de 595 páginas, con 24 páginas en promedio por carta epístola intercambiada entre dos personajes ficticios, Filaletes y Eusebio. Ambos muy buenos amigos preocupados por resolver las interrogantes que les habría provocado la lectura de Las Ruinas de Palmira de C-F. deVolney y El citador, de Guillaume Pigault-Lebrun. La obra es de carácter ético y apologético, y su principal objetivo es mostrar y refutar las inconsistencias formales del materialismo y el ateísmo, las doctrinas protestantes y, sobre todo, contra las obras de los autores ilustrados franceses. En general, a todo lo que pueda oponerse a la doctrina católica como el deísmo y el ateísmo.Con una dilatada habilidad de análisis y manejo de recursos bibliográficos, Moreno se aplica en la disciplina de agotar todo tipo de dudas teóricas y doctrinarias. Concentrando su censura en los autores franceses luego propondrá como alternativa una filosofía de carácter cristiano. En esta ingente obra demuestra conocimientos de historia sagrada y profana, teología, filosofía y lenguas antiguas. Con el valioso desarrollo valiosos capítulos de filosofía política, ética y temas afines a los que daremos mayor atención y detalle más adelante.

El Ensayo sobre la Supremacía del Papa fue escrito en 1831, el libro está situado dentro de las polémicas teológicas del siglo XIX y Moreno durante estas primeras décadas fue uno de sus representantes más ilustres en el Perú. En esto José Ignacio Saranyana describe los acontecimientos en la que ubicamos el contexto de la redacción del Tratado. Comenta que desde las reformas regulares en 1826 Moreno muestra una férrea oposición desde el punto de vista jurídico por ese tipo de reformas llevadas a cabo por el estado, aduciendo que había antes que pedir permiso al Papa. Luego otro incidente surgió cuando en 1829 se intentó que el diezmo fuera aplicado no sobre la producción comercial agraria, sino sobre la utilidad bruta de esta. Moreno, entonces al formar parte del cabildo reacciona aduciendo que es parte del derecho eclesiástico el cual solo Roma podía modificar. Por lo tanto mostramos que ya para el 1831 por este constante interés redacta su Tratado Sobre la Supremacía del Papa. En el establece sus ideas sobre el problema de la jurisdicción papal rechazando la idea común regalista de que la secesión del patronato se ha heredado completamente de España. Moreno tiene como finalidad defender la supremacía espiritual y temporal del Papa de los argumentos de laicos y clérigos regalistas como Tamburini, Villanueva y Pradt. En este periodo cabe señalar, con Francisco Larroyo, que Moreno forma parte de la primera etapa que representa la reacción de la escolástica frente al enciclopedismo y liberalismo, de la que formaría parte junto con los padres. Pedro Gual y Vicente Solano rechazan en general todo tipo de filosofía innovadora que no corresponda a la rígida doctrina tomista. Asimismo, la segunda etapa corresponde a Jaime Balmes, Félix Reyes Ortis y Clemente de Jesús Munguía. De esta manera, el conjunto de las polémicas que se desarrollarán durante el siglo XIX  tendrán de acuerdo José Ignacio Saranyana una raíz más profunda “la dimensión internacional del conflicto entre el mundo moderno y cristianismo, y la dimensión nacional, en torno a la ofensiva secularizadora del estado”. José Ignacio Moreno, una de las figuras más importantes del pensamiento político peruano del siglo XIX  fallece en el pueblo de Magdalena, antigua residencia de campo de los virreyes, muy cerca de Lima, en 1844, a la edad de 64 años.


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