martes, 6 de enero de 2015

Dios como posibilidad buena: La experiencia humana de Dios en Gianni Vattimo (I parte)



Homenaje a Gianni Vattimo por su 79 aniversario

 Dios como posibilidad buena
 La experiencia humana de Dios en Gianni Vattimo (I parte)

Carlos Pairetti
Universidad del Rosario


Dios la posibilidad buena: el problema de la trascendencia horizontal



Este trabajo de investigación intenta ensayar ciertas respuestas a la crítica que Neldo Candelero efectúa al contenido esencial del pensamiento filosófico-religioso de dos autores posmodernos como lo son: Gianni Vattimo y Richard Rorty, respectivamente. Por razones de índole metodológica, circunscribiré mi análisis a aquellos conceptos pertenecientes al pensamiento de Vattimo sobre los que recae parte de la crítica de Candelero, como por ejemplo: la noción de Dios como cosa en-si, el problema de lo religioso, la cuestión vinculada a la aproximación entre historia de la salvación e historia de la interpretación, y, finalmente, la interpretación ético-política de la kénosis y de la caridad.

El desarrollo de la investigación constará de dos momentos, a saber: en primer lugar, bajo el título Dios la posibilidad buena: el problema de la trascendencia horizontal, intentaré mostrar que, si bien para Vattimo, Dios no es algo reductible a formulaciones teológicas-dogmáticas de ascendencia metafísica como las construidas por la doctrina de la Iglesia católica, sin embargo, todavía es posible continuar hablando de Dios y de su trascendencia, pero en un sentido negativo, como aquello que se muestra de espaldas mientras que se sustrae. A partir de esta concepción de Dios como trascendencia horizontal, discutiré las objeciones de Candelero dirigidas al problema de la posibilidad de la experiencia mística, dado que, según el autor, con el Dios de Vattimo es posible tener una experiencia de lo religioso, pero no mística.  

En segundo lugar, en función del título La interpretación ético-política de la kénosis, avanzaré un paso adelante respecto del primer momento de la reflexión, subrayaré la incidencia incuestionable que tiene la Escritura en lo concerniente a la configuración de la cultura occidental, ante lo que cabe interrogarse: ¿por qué no podemos dejar de llamarnos cristianos? Tomando nota de esta influencia, abordaré la compleja relación que existe entre historia de la salvación e historia de la interpretación, mostrando que, deslindar una de otra, se torna una empresa verdaderamente problemática. Y, como consecuencia de lo anterior, en este contexto, procuraré esclarecer lo que señala Vattimo sobre la caridad entendida como límite de la interpretación, una vez que, hermenéuticamente hablando, se hace difícil ─por no decir imposible ─ establecer la diferencia entre cosas en-sí  y cosas para nosotros, o, lo que es igual, distinguir hechos de interpretaciones, en virtud del debilitamiento del cristianismo obrado en la kénosis.

Mi intención en esta primera parte de la investigación es enfrentarme a las principales afirmaciones de Neldo Candelero sobre la concepción de Dios, la esencia de lo religioso y lo místico, efectuadas a lo largo de su crítica a la concepción del cristianismo débil-hermenéutico propuesta por Gianni Vattimo. Para tal fin, intentaré elucidar en oposición a la postura de Candelero, el sentido y alcance de la defensa que hace Vattimo de la noción Dios como “Posibilidad buena”. Esta manera de concebir a Dios se engarza de modo directo con los resultados de la puesta en juego de la enunciación nietzscheana: “No existen hechos, sólo interpretaciones”, que, prima face, no pareciera dejar subsistir la realidad de Dios como algo ahí fuera ─para decirlo con una expresión acuñada por Rorty. No obstante, y como lo intentaré demostrar, se puede continuar hablando de Dios a condición de que éste sea despojado de los caracteres fuertes que le asigna la teología metafísica.



Candelero parte, apoyándose en Von Balthasar y otros, de una aseveración que es algo así como una conditio sine qua non para la concepción de todo fenómeno que se precie de religioso, a saber: es explícito y definitorio en la tradición cristiana que un Dios habló primero, que la divinidad en el cristianismo no es un constructo del hombre, que Dios habla, llama primero, elige y convoca, habla a Moisés, a María, a Saulo.[1]Luego, centrándose en las indicaciones de Vattimo acerca de Dios, señala que éste es en-palabra, es decir, conocido y cognoscible únicamente a través de la Biblia y, a este respecto, nuestro autor objeta, haciendo uso de la atinada observación de Tersteegen, que: “un Dios que concebimos no es dios”. Finalmente, destaca que el dios de Vattimo es toda una alteridad, pero en formato de obra, en-palabra, un dios para ser leído, pero no un dios parlante. Diríamos, siguiendo la línea de interpretación de Candelero, que con el dios de Vattimo se puede tener una experiencia de lo religioso ─sustentada, fundamentalmente, en la palabra humana, en la interpretación humana─, algo que dista mucho, claro está, de una experiencia mística al modo en que la tuvo Santa Teresa y otros tantos místicos.

En atención a las indicaciones críticas de Candelero, intentaré a modo de ensayo realizar ciertas aclaraciones acerca de la concepción que Vattimo tiene de Dios, de tal manera que ─hablando metafóricamente─ se evite arrojar el agua de la bañera con el niño dentro. Con arreglo a lo apuntado es oportuno elucidar lo siguiente: el hecho de que Vattimo no adscriba a tomar nota de las afirmaciones teológicas-descriptivas de ascendencia metafísica acerca de la naturaleza íntima de Dios, de ello no se sigue que la trascendente realidad divina sea puesta en juego, sea anulada por completo. Veamos lo que dice el autor al respecto:

“Resisto a la idea de hacer una teología si sólo pienso que la teología sea un discurso descriptivo riguroso. (…) Aquello que al fin me lleva a resistir es la idea de una teología descriptiva que diga: Dios es así y así”.[2]

Por tanto, en este orden de cosas, si cabe hablar de Dios, sólo pareciera posible a través de una teología negativa, y ello, porque como señala el filósofo italiano: “Lo característico de la divinidad es aquello de no permanecer, aquello de mostrarse sólo de espaldas mientras se sustrae, aquello de ser constitutivamente algo que se deshace, que se abaja”.[3] Ahora bien, si se presta atención a esta afirmación, se pueden diferenciar dos niveles en la concepción de Dios, propuesta por Vattimo: de un lado, es toda una alteridad, pero, del otro, es un Dios kenótico, aquel al cual hace referencia la epístola paulina a los Filipenses en Flp. 2, 6-7. De lo que se trata entonces, no es tanto del hecho de pensar la trascendencia de Dios en sentido vertical, porque de ese modo, a juicio de Vattimo, todavía estaríamos tomándolo demasiado descriptivamente, sino, antes bien, pensarla en sentido horizontal.[4] La cuestión viene a ser la siguiente: si Dios es aquello que nosotros mismos no somos, pero que no obstante tiene una relación con nosotros por medio de una llamada: ¿cómo puede relacionarse con lo humano si habita otro plano de la realidad? A esta pregunta Vattimo responde afirmando que Dios no está en ninguna parte y agrega que Jesús es el Reino de Dios en medio de nosotros haciendo referencia a la cita de Mt. 18, 20: “Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos”. El autor reconoce que esta posición es peligrosamente panteística e inmanentística, pero advierte que sólo como contrapunto de una trascendencia de tipo objetivante, dado que jamás se podría equiparar ─salvo a través de posiciones objetivantes metafísicas─ la inmanentización de Dios con el mundo.[5]De lo anterior se desprende que la trascendencia de Dios no es negada, antes bien, Vattimo la somete a una torsión o distorsión (verwindung), es decir, se reapropia de ella para redefinirla con pretensiones antimetafísicas, con la finalidad de sortear las dificultades que acarrea la proposición de dos órdenes diferentes de realidad, con vistas a la comunicación entre lo divino y lo humano, entendiéndola como plano de salvación que se contrapone a los puros eventos, o que le concede a éstos un punto de vista diverso. “Pero ‘diverso’ no quiere decir que sea colocado ‘en alto’ o en otro lugar”[6]. En todo caso la trascendencia se asocia con la posibilidad futura, con una posibilidad positiva, buena. En esta línea de interpretación, Dios es, a juicio de Vattimo, la posibilidad buena del hombre. Escuchemos como lo expresa el autor, reconociendo, también en este caso, que su propuesta no es muy sofisticada, pero una vez más, su intención es mantener una línea de coherencia con lo que viene sosteniendo acerca de Dios, aún a riesgo de reducirlo a una mera prolongación de lo humano:

“Dios es la posibilidad buena del hombre. ¿Pero, de otra parte, esta posibilidad buena, que me debe parecer suficientemente diversa del orden existente para ser una posibilidad alternativa, de dónde la extraigo? (…) En ciertos aspectos de mi pasado (del cual forma parte la Escritura) que se distinguen de otros, los que no representan una posibilidad buena, como por ejemplo, los campos de exterminio. (…) En suma, existe un componente escatológico en la dimensión ontológica de nuestra existencia, una proyectualidad, la cual viene de afuera en la medida en que no se identifica con el dato existente, no obstante, debe ser excavada dentro de lo transmitido”[7].

Tal vez esta manera de hablar de Dios como “posibilidad buena” suene escandalosa, fundamentalmente, cuando se la asocia con el acto de excavar en una experiencia pasada, en lo transmitido. Pero ¿qué es el la tradición judeo-cristiana sino un rememorar constante la intervención de Dios en la historia de la humanidad? El hecho es que, todo lo que la historia pasada nos cuenta acerca del accionar de Dios se identifica con un evento en torno al cual cabe decidir, siempre a posteriori, sobre qué base se ha de aceptar o rechazar lo acaecido, teniendo en cuenta que aquello nos alcanza como un mensaje transmitido que nos interpela y ante el cual hemos de dar una respuesta responsable, dado que, a su vez, también interpelará la existencia de aquellos que nos sucederán en el tiempo y la de nuestros contemporáneos.

Como puede notarse, entonces, en función de lo señalado hasta el momento, la pretensión de Vattimo no pareciera reducir la realidad divina a un puro resultado de la inteligencia humana, sino que, antes bien, consiste en permitirle a esa alteridad que nos trascienda, al tiempo que nos permita trascendernos como humanidad en la dirección de una posibilidad buena. Pero una posibilidad buena, si quiere ser tal, tiene que ser susceptible de ser descifrada a partir de una responsable interpretación vivida al interior de la comunidad cristiana, y no algo que ha de verse, exclusivamente, bajo la luz de los tratados de teología dogmática y de la enseñanza doctrinal de la Iglesia, en virtud de las cuales todo aquello que cae por fuera de las rígidas fronteras del discurso teológico descriptivo sea discriminado por aberrante.



[1] Candelero, Neldo. Ciencia, Arte, Religión. Observaciones filosóficas 3. “Rorty-Vattimo. Acerca de lo religioso”. Rosario: Ciudad Gótica, 2012, pp.5-6.
[2] Vattimo, Gianni-Dotolo, Carmelo. Dio: la posibilità buona. Un colloquio sulla soglia tra filosofia e teologia. A cura de Giorgio, Giovanni. Catanzaro: Rubbettino Editore, 2009. p.5. La traducción es nuestra.
[3] Idem.. p.4. La traducción es nuestra.
[4] Trascendencia horizontal como contrapuesta a vertical es un término utilizado por Vattimo a lo largo del coloquio que estamos citando para nuestra reflexión.
[5] Véase ob. cit. Vattimo, Gianni-Dotolo, Carmelo. Dio: la posibilità buona. Un colloquio sulla soglia tra filosofia e teología. Pp.18-19. La traducción es nuestra.
[6] Véase ob. cit. Vattimo, Gianni-Dotolo, Carmelo. Dio: la posibilità buona. Un colloquio sulla soglia tra filosofia e teología. p.17. La traducción es nuestra.
[7] Idem. p.20. La traducción es nuestra.


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