sábado, 10 de diciembre de 2011

El naufragio de la educación como arte y como ciencia en la sociedad cosificada. Nuevo libro de Gustavo Flores Quelopana

El naufragio de la educación como arte y como ciencia en la sociedad cosificada

Resumen, Parte I

Gustavo Flores Quelopana
Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofia



Resumen

Una cultura que pone en primer lugar el “tener” al “ser” es antieducativa por naturaleza, ocasiona la huída de sí mismo, la evasión interior, el miedo al otro, instaura la crisis de la alteridad, suprime las carreras humanísticas porque no dan dinero, enfoca lo educativo como un bien de consumo en vez de verlo como inconmensurable y espiritual, cree que la educación es la formación de competencias ahondando el reduccionismo economicista de lo formativo, lleva hacia la obliteración de la inteligencia en plena era del conocimiento; lo cual hace imperativo darse cuenta que la era del conocimiento está naufragando y lo que hace falta ahora es ingresar a la era de la responsabilidad social en donde se deje de controlar el conocimiento y cese la supresión del espíritu crítico.

I
Se ha dicho que a la Era de la Máquina (revolución industrial de la sociedad mecanicista y burocrática) le sigue la Era del Conocimiento (revolución de la información de la sociedad humanista y cognoscitiva).Y, sin embargo, la Era del Conocimiento está naufragando porque la misma se está dando dentro de una civilización que no reconoce las dos dimensiones inherentes del hombre, a saber, la dimensión inmanente y la trascendente. Se queda miopemente con la primera y deshecha la segunda porque resulta siendo un estorbo para el deshumanizante consumismo de la sociedad anética y postmetafísica. ¡La persona humana está muriendo! porque el conocimiento, que es el que crea valor, está siendo instrumentalizada por la esencia del dinero, que es la indiferencia a todo valor. El capitalismo del final de los tiempos está culminando la tragedia de la cultura al completar el fetichismo de la mercancía en el corazón mismo del proceso educativo.

La situación de la educación en el Perú y en América Latina es dramática y no es muy distinta a la crisis que la sacude a nivel mundial. Quizá la diferencia notoria entre la educación en nuestra Subregión –a excepción de Cuba- y los países del Primer Mundo es la inversión tan desigual en el sector, pero lo que afecta por igual a ambos es aun más grave. Y se trata que la educación mundial esté enferma porque le falta un gran espíritu que la conmueva y motive. Una cultura que pone en primer lugar el “tener” al “ser” es antieducativa por naturaleza, ocasiona la huída de sí mismo, la evasión interior, el miedo al otro, instaura la crisis de la alteridad, suprime las carreras humanísticas porque no dan dinero, enfoca lo educativo como un bien de consumo en vez de verlo como inconmensurable y espiritual, cree que la educación es la formación de competencias ahondando el reduccionismo economicista de lo formativo, lleva hacia la obliteración de la inteligencia en plena era del conocimiento; lo cual hace imperativo darse cuenta que la era del conocimiento está naufragando y lo que hace falta ahora es ingresar a la era de la responsabilidad social en donde se deje de controlar el conocimiento y cese la supresión del espíritu crítico.

Nuestra educación se encuentra actualmente secuestrada por el lucro privado y la indiferencia pública. El modelo educativo por competencias se nos quiere presentar como la única alternativa, cuando existen otros modelos menos deshumanizadores, como el de las inteligencias múltiples, la espiral dinámica, etc. Y en plena expansión de la globalización neoliberal se pone en evidencia que los criterios de rentabilidad, eficiencia y productividad no se pueden aplicar a lo educativo. Lo educativo no es un valor cuantitativo sino cualitativo y por lo tanto sus criterios de evaluación deben ser igualmente cualitativos. El no hacerlo ha provocado que la calidad humana haya descendido ha profundidades tan alarmantes que una verdadera revolución educativa es cuanto más necesaria como imperiosa en momentos que en nuestras sociedades crecen las tendencias anéticas y anómicas. Para una subregión considerada como mercados emergentes es insostenible seguir ostentado un retraso de tres décadas en inversión y desarrollo humano-educativo. Es más, para tener una adecuada educación nuestras sociedades tienen la obligación de preguntarse qué tipo de sociedad quieren construir. Sin un proyecto de país las reformas educativas seguirán yendo a la deriva.

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