lunes, 29 de junio de 2009

Giorgio Agamben: Secularización

lunes, 22 de junio de 2009

¿Atenas o Jerusalén?


Eduardo Hernando Nieto



Una de las tesis más conocidas del profesor Leo Strauss es sin duda el reconocimiento de que la grandeza de Occidente se ha logrado gracias a la tensión entre Atenas y Jerusalén, es decir, que nuestra cultura Occidental no hubiese sido factible sin el concurso de la razón y de la fe. Se trata pues en ambos casos de dos manifestaciones distintas de sabiduría, para la Biblia la sabiduría empieza con el temor a Dios mientras que para la filosofía ésta empieza con el asombro. Si alguien pretende buscar la sabiduría – como es el caso de Strauss – entonces tendrá que colocar sobre la mesa las dos perspectivas y escuchar que es lo que tienen que decir casa una de ellas, para poder escoger, sin embargo, tal acto implicaría ya una toma de partido a favor de la filosofía.

Ciertamente, es posible encontrar varias coincidencias entre ambas, de hecho, la teología y la filosofía clásica se oponen a muchos de los más importantes rasgos de la modernidad, el antropocentrismo, el giro de la moral hacia los derechos antes que las obligaciones (como sugieren los enfoques liberales contemporáneos) o la dependencia del hombre hacia la historia, (historicismo) así mismo, ambos abogan por la recuperación de la moral. En este sentido, tanto Atenas como Jerusalén son los grandes enemigos del nihilismo y el materialismo que se cierne sobre el mundo contemporáneo.

No obstante ello, se tratan de dos maneras distintas de definir cual sería la forma más correcta de vida, que es siempre la pregunta de aquellos que apuestan por la vida de la sabiduría. Esto es en esencia el también llamado problema teológico político: “El problema teológico político, como Strauss lo articula en concreto, a través de una pregunta fundamental, a saber, si que el hombre puede acceder al conocimiento de lo bueno a fin de poder guiar su vida individual o colectiva con el propio esfuerzo de sus poderes naturales o si es que éste es dependiente de la revelación divina “.

Es verdad, - como anota Strauss – que la tradición Bíblica, se basa en la presencia de un Dios misterioso cuya presencia se siente pero no es visible y solamente se sabe sobre él cuando lo hace de conocimiento a través de su palabra (por ejemplo con frases como “yo soy el que soy”) . Dice al respecto Strauss:
“En casi todos los aspectos, la palabra de Dios, en cuanto revelada a sus profetas y sobre todo a Moisés, se convierten en la fuente del conocimiento del bien y del mal, el verdadero árbol del conocimiento, que es al mismo tiempo el árbol de la vida”

En cambio, en el caso por ejemplo del Dios Platónico, éste no crea al mundo con su palabra sino a través de la contemplación de las ideas eternas que están por encima de él, en este sentido, la teología obviamente no daría espacio para la doctrina de las ideas.

Sin embargo, no hay que soslayar que en la práctica la filosofía no puede refutar a la fe así como tampoco la fe podría refutar a la filosofía [1], de esta manera se tendría que arribar a una conclusión que podría poner en duda la afirmación hecha anteriormente sobre el predominio de la filosofía sobre la teología, y esto por la sencilla razón que si no es posible refutar la teología entonces la elección de la filosofía sería finalmente una cuestión de fe.

El mundo Occidental ha tratado aparentemente de integrar o sintetizar la fe con la razón, pero lo que ha surgido como dice Strauss no es una integración sino un intento de integración , no obstante se tendrá que concluir con que este esfuerzo de armonización está condenado al fracaso porque cada una de ellas coloca una cosa como única y necesaria, a saber, la Biblia, tomará la vida del amor obediente y la Filosofía tomará la vida del entendimiento autónomo.

Pero, si bien como hemos visto ambas son necesarias para el desarrollo del mundo Occidental, el inicio de la modernidad podría decirse que empezó al momento de pretenderse la superación de la tensión. Es interesante en caso señalar el modo como dentro del llamado Racionalismo Medieval (Maimónides, Averroes etc) se logró una relación de igual respeto hacia cada una de esas tradiciones, a través de la distinción entre lo esotérico y lo exotérico, por lo cual en el plano esotérico se entendía que la vida filosófica era la vida de la búsqueda del conocimiento colocándose aquí en un plano de superioridad frente a la vida de la obediencia. Sin embargo, en el plano exotérico, los racionalistas medievales estaban subordinados a la ley. Esta fue entonces la manera inteligente como se manejó la tensión en este periodo. Sin embargo, Strauss deja entrever la posibilidad de que fuera a través del Tomismo, cuando en un intento por armonizarlos e integrarlos, se produjo la subordinación de la filosofía hacia la revelación , lo cual abrirá el camino hacia otra subordinación aun más problemática, la de la revelación dependiente ahora de la filosofía, esto comenzaría con Maquiavelo, y sería el punto de partida de la modernidad y su desarrollo desde el Positivismo hacia el Historicismo, y desde el Historicismo al Nihilismo.

Sin duda alguna, la grandeza de nuestra cultura Occidental dependerá de la recuperación de estas dos grandes tradiciones y de la restauración de su tensión, tarea difícil en la actualidad que exhibe más bien un vaciamiento de la razón y de la fe.

[1] Dice Heinrich Meier: “Que la filosofía puede ser puesta en cuestión seriamente sólo en nombre de la revelación indica dos cosas: la revelación aparece como el desafío de la filosofía, ya que promete la realización del más intimo anhelo que la mueve, el conocimiento de la verdad, y niega radicalmente ese mismo anhelo como anhelo libre. El Dios de la revelación reclama disponer de manera completa, clara y sin limitación precisamente de eso hacia lo cual se orienta el eros de los filósofos, pero se reserva su soberana decisión de conocer la verdad, que el alberga en sí mismo, a quien, él quiera , cuando el quiera, donde él quiera y como él quiera, dentro de los límites del establecidos por su voluntad y para los fines que determina su juicio. Para la filosofía, la revelación representa un desafío teórico como existencial.
Heinrich Meier, Leo Strauss y el Problema Teológico Político, Buenos Aires, Katz, 2006 p.39.

miércoles, 17 de junio de 2009

Julius Evola: Una carta de Alegato


Especiales de La Coalición

Piero Venturelli

Bolonia

Carta de alegato sobre Evola

Para Eduardo Hernando Nieto


Querido Eduardo,

No soy un especialista de Julius Evola, pero quería aprovechar de esta bitácora y de la habitual cortesía que los coaligados tienen con mis colaboraciones para hacer un par de aclaraciones necesarias sobre el así llamado “Barón negro”. Mucho se ha escrito estos días desde otras columnas contra Evola, mucho que falsea la verdad y empobrece los debates. Por ello creo que es preciso que el público educado tenga una idea más precisa sobre su pensamiento. Voy a intentar de no abusar de la paciencia de Eduardo, quien con certeza conoce mejor que mí su pensamiento. Reciban este aporte a modo de carta aclaratoria.

Los liberales calumnian a Evola y lo tratan de antisemita y de nazi. Se trata de una incomprensión y una distorsión de las ideas de Evola de parte de los críticos que, en sus plumas, es más que comprensible. Evola y los liberales no comparten la misma comprensión de la naturaleza del mundo. Esto es más grave cuando se toma en cuenta que en el romano se trata del cuestionamiento de una concepción del mundo de la que los propios liberales son al final, ¿qué?: Los ejecutores y los portadores, el testimonio y la transmisión, para decirlo en un lenguaje evoliano.

¿Qué es la concepción del mundo liberal? Algo en nada compatible con el trasfondo cultural y simbólico de Evola, sin el cual su pensamiento puede, tan fácilmente, convertirse en una caricatura. En efecto, la Weltanschauung liberal no contempla la "idea de Orden", que en Evola es fundamental. En Evola vemos que hay tendencias “catagógicas” sobre la estinción del Imperium, pero los liberales no las reconocen. No debe sorprendernos que no las entiendan tampoco, pues no pueden entender lo que no reconocen. Es natural. La Weltanschauung liberal no censura toda forma de exaltación de la emotividad del individuo “excéntrico” o bien “discéntrico”, no critica las proclamas del “siglo abstracto y constitucional”, no lamenta la gradual desaparición de los “Jefes verdaderos”. Los liberales no están interesados, o no conocen, o no tienen en verdad la menor idea siquiera de qué es la dignidad o la indignidad espiritual y política de muchos miembros de los dos difuntos primeros "estados tradicionales". Digámoslo claramente: El Estado nazi y el Estado nacionalista italiano de Mussolini. Su punto de vista cultural va más allá de entnder qué es la "dignidad" en estos casos. El liberalismo no reprueba el triunfo post-revolucionario de los elementos “social” y “económico” por sobre la “conceción primordial y sacral” apoyada sobre la “doctrina del ‘derecho divino’ de los Reyes”. ¿No será porque los liberales portan en sí mismos los problemas que Evola quiere denunciar? ¿No son ellos mismos el significado del problema?

Un liberal no admite fenómenos fundamnentales para comprender ideas como las de Evola. No enfrenta el significado radical del materialismo y, en la misma línea, no afronta tampoco el significado de la secularización y de la Ilustración, de las que más bien aparecen como cultores. Allí donde Evola ve una crisis del mundo hundido en el materialismo los liberales no pueden ver nada. ¡Cómo podríamos reprocharles que no fueran capaces de ver la profunda crisis del vínculo jerárquico entre los hombres "naturalmente encuadrados en castas" del Barón Negro? El liberal no toma partido contra el progresivo desaparecer de los nexos personales basados sobre fides y honor. El hombre liberal, la clase de hombre que el liberalismo representa no se opone a la “ciencia meramente humana y empírica” de la que están “orgullosos” los “individuos modernos”, no describe la Reforma protestante como sublevación negadora del “principio de la autoridad y de la jerarquía en el terreno de lo sacro”. ¿Qué diremos de la Revolución Francesa? Para ellos es un motivo de orgullo. El orgullo de lo que encarnan. Para el liberal no es el acontecimiento histórico formidable en grado sumo que ha hecho posible sacar a la luz “algo de sub-personal que tiene vida y mente propias y del que los hombres se convierten en simples medios [[ o: “herramienta”, “utensilio”, etc. ]]”. En este contexto: ¿Cómo pedimos al liberal que nos exhorte a remediar la ruina de las grandes “murallas” de Europa y de la tradicional “estructura orgánica” del mundo?

Las palabras que están entre comillas son de Evola: las he tomado en algunos de sus escrítos. ¿Las entiende vel liberal? No es posible, pues el liberal es parte de lo que Evola critica, es él mnismo su testimonio y su portador.

Además, como no falta de poner de relieve el mismo filósofo italiano, los opositores de la Weltanschauung tradicional muestran la inveterada tendencia, frecuentemente de mala fe, tanto de confundir el terreno de los principios con el que de las realizaciones concretas, históricas, como de juzgar la cualidad de los principios sobre la base de la fuerza y de la coherencia personal de sus testigos en el mundo.


Seamos realistas, y concedámosle algo a los liberales. En lo referente sobre todo al primero de dos aspectos antes mencionados, Evola –por ejemplo– proclama sentirse más en sintonía con el nazismo alemàn y con el fascismo italiano que con los regìmenes liberales de esa época. Esto se puede revisar con las expresiones relativas "a ese tiempo", lo que pasaba de "esos años”, etc. Para un liberal sale de al´lì un razonamiento que parece plausible, pero que es sin màs un sofisma. Para los opositores de Evola esto significa automáticamente que los principios sostenidos o "afirmados" por el Barón sobre la jerarquía, el orden o el "Imperium" resultan encarnados sólo o principalmente en estos Estados totalitarios, de Hitler y Mussolini. A esta idea debe añadirse el estigma histórico según el cual para los críticos de Evola el nazismo y el fascismo representan el mal absoluto. Bajo esta premisa, tan extremadamente simplificadora, cualquier afirmación de cualquier tipo que no sea expresamente condenatoria de estos regímenes se fusiona con ellos. Todo lo que habría tenido contacto con el regimén de Hitler y con el de Mussolini sería perverso e inhumano. Pero aquí el asunto ya va bastante mal. Evola se acerca a estos regímenes no porque crea en una bondad intrínseca en ellos, sino desde un tipo de pensamiento, la idea de que es importante que se debe recuperar al "pensamiento de la Tradición". Los liberales razonan así: Si un defensor de la tradición fue favorable a Hitler, entonces las acciones del régimen de Hitler son la tradición. No se requiere de mucho conocimiento historico o teórico para saber que se trata de una falsedad. Cuando los liberales malinterpretan a Evola y lo hacen un "nazi" deforman y fuerzan lo que debe interpretarse como el "pensamiento de la Tradición" con un evidente propósito ideológico, que no resiste un examen serio de ningún tipo. No vale la pena ir más allá. Es posible que los liberales tampoco puedan ir muy lejos, pero por otros motivos ajenos a la lógica.

Ahora desearía enfocar la atención un instante sobre un tema que es vital para comprender a Evola, si es que se lo quiere comprender, claro está. El Barón Negro hace una continua llamada "al orden" conducido. Los liberales identifican ese orden con el totalitarismo, pero eso es porque extraen la idea de orden de su contexto cultural e histórico, para referirlo a las ideas actuales sobre Hitler y Mussolini. Quienes hemos intentado comprender a Evola y hemos intentado leerlo seriamente, sabemos que el romano exhortó durante decenios el orden para "rectificar" lo que no va, lo que "no funciona" en el mundo moderno. Para Evola, atender al orden implica una crítica a lo que los hombres y las sociedades piensan o realizan sin estar fijado firmemente ("establemente" en principios que Evola considera que son a la vez eternos y tradicionales. Si estamos en lo correcto, es absurdo -dicho sea de pasada- identificar plenamente ese orden con el de, por ejemplo, la sociedad alemana de 1940.

Pongamos dos ejemplos de nuestro autor, sólo un par de ejemplos macroscópicos de lo que es "rectificar" a partir de la idea de "orden". Uno de ellos se refiere nada menos que a las prácticas del nazismo. Evola piensa que en régimen nazi presenta
tendencias "naturalistas", impregnadas de elementos "zoológicos" y "biológicos" de lo que finalmente llama el "racismo" germánico. De otro lado, Evola consideraba indispensable adoptar medidas radicales para que entre los italianos de su tiempo no se difundieran conductas que él consideraba emotivas y poco viriles. Se refería a hacer aquellas que hacen presión sobre el culto incondicional de la familia, sobre la moral "parroquiana", sobre la música popular y –en general– sobre aquellas tendencias que entonces se definían como "strapaesane" ("provincianas"). "Strapaesano" significa algo así como "ultraprovinciano", porque se atribuye auténtico valor sólo a los aspectos folclóricos y anecdóticos, a la vida de los pueblos y de las familias, a las feria típicas, etc., o sea aquellas tendencias que celebran – y reproducen, generación después generación – comportamientos sentimentaloides y provincianistas. ¿Qué quería significar Evola con estas críticas? Eran, sin duda alguna, una crítica a las polñiticas culturales de Mussolini, en cierto sentido "comunitaristas" y "nacionalistas" en un sentido muy cercano al actual y que defienden algunos liberales de izquierda. Pero Evola se refería al ideal de la societad campesina patriarcal amada por el Duce y, también por eso, activamente cultivada por el fascismo "oficial", con el decisivo apoyo de la Iglesia católica.

Dos ejemplos de una distancia frente al totalitarismo a partir de la noción de "orden". ¿Entienden los liberales?


Querido Eduardo, es aquí en que debo deternerme. Te agradezco por lo espacio que tan gentilmente me han concedido La Coalición y tú. Espero haber contribuido en algo al debate que los liberales han desatado en torno de un tema en el que es tan razonable que se extravíen.

Un saludo especial a los administradores del blog, a Hakanni, Ricardo Milla, Raúl Haro González Vigil y al filósofo Víctor Samuel Rivera, por la entreza mostrada ante los ataques indignos de críticos que no conocen la crisis que los ha gestado y de la que son portadores.

domingo, 14 de junio de 2009

Julius Evola, cabalgar al tigre

jueves, 11 de junio de 2009

Julius Evola entre Tradición y Modernidad



Informes internacionlaes de La Coalición

Incontro di studio

Julius Evola
Fra tradizione e modernità


(Julius Evola: Entre tradición y modernidad)
Milán



CITTÀ DI GARBAGNATE MILANESE
Assessorato alle Politiche Culturali


Junio 2009
Desde horas 10,00
Biblioteca Comunale
Corte Valenti
Sala Congressi




Presidencia:

Gianfranco de Turris
(Periodista Rai, Presidente de la Fundación Evola (Fondazione J. Evola)
Attualità di J. Evola


Hora 10,00
Saluto Autorità


Hora 10,30


Profesor Gian Franco Lami
(Università "La Sapienza" Roma)
Evola y el Cristianismo



Hora 11,00
Prof. Davide Bigalli
(Università degli Studi di Milano)
Evola ghibellino


Hora 11,30
Dr. Michele Ranzani
(saggista, Università degli Studi di Milano)
Evola artista: La tradición como vanguardia



Hora 12,00
profersor Franco Cardini
(Università degli Studi di Firenze)
Evola y la tradición del Grial


Hora 12,30
Debate final con el público

jueves, 4 de junio de 2009

Julios Evola, explicado a los niños

Coalición Global

Visitantes

Colaboradores de La Coalición. Con diversidad de enfoques y posiciones

  • Carlos Pairetti - Universidad del Rosario
  • Daniel Mariano Leiro - Universidad de Buenos Aires
  • David Villena - UNMSM
  • Davide de Palma - Università di Bari
  • Dick Tonsmann - FTPCL y UNMSM
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  • Gilles Guigues - Université de Provence
  • Hernán Borisonik - Sao Paulo
  • Ildefonso Murillo - Universidad Pontificia de Salamanca
  • Jack Watkins - University of Notre Dame
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  • Lucia Pinto - Universidad de Buenos Aires
  • Luis Fernando Fernández - Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín
  • Martín Santiváñez - Universidad de Navarra
  • Piero Venturelli - Bolonia
  • Raffaela Giovagnoli - Università di Roma Tor Vergata
  • Ramiro Pablo Álvarez - Córdoba, Argentina
  • Raúl Haro - Universidad de Lima
  • Santiago Zabala - Universidad de Columbia
  • Víctor Samuel Rivera - Universidad Nacional Federico Villareal
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